Invertir en Letras del Tesoro Público se ha convertido en un boom efervescente. En apenas unos meses, han pasado de ser una opción que caminaba de puntillas para los inversores generales y casi inadvertida para la generalidad de la población que pretendía hacerlo, a convertirse prácticamente en un movimiento seguro al poner su dinero en deuda público.
Su fórmula es clara: alta rentabilidad y bajo riesgo. Dos componentes que no pasan desapercibidos en un contexto económico incierto, con la inflación situada en el 5,8%, aún lejos del 2% que pretende el Banco Central Europeo (BCE), y que acaban suponiendo una inestimable fuente de ingresos extra.
Precisamente el BCE y sus sucesivas subidas de tipos de interés en su política de endurecimiento monetario para frenar el alza de precios es uno de los grandes culpables del imparable auge de entrar en las subastas de los Bonos y Letras del Tesoro, al rebajar los precios, atrayendo capital. Pero, ¿por qué están tan de moda?
Qué son las letras del Tesoro y cómo se pueden comprar
Las Letras, el producto estrella de las subastas del Tesoro, son emisiones de renta fija a plazos cortos que están validadas por el Estado. Por ejemplo, del pasado 7 de enero al 7 de febrero se emitieron cerca de 5.500 millones de euros de Letras del Tesoro. Un valor muy elevado para emisiones a seis o doce meses.
Funcionan a través de un mecanismo de demanda y oferta: son subastas. Hay dos tipos:
- Subastas no competitivas: se compra la Letra al precio final que se ha determinado a lo largo de la subasta. No se influye ni se marca ningún tipo de tendencia. Compras al valor promedio ponderado que se va a determinar. En otras palabras, los compradores recogen pasivamente el valor del mercado. En general, las primeras subastas se suelen asignar al género de las no competitivas.
- Subastas competitivas: son más interesantes para el inversor, ya que es donde se va a obtener más rentabilidad. Si el valor final alcanzado para esa Letras es menor al porcentaje de rentabilidad que el interesado le ha asignado, finalmente no lo comprará. Es decir, se marca un mínimo, y si no se acaba superando en la subasta, no se compra. Tampoco se cobra ningún tipo de comisión o dinero. Sin embargo, si el valor acaba siendo más alto, sí que se procede a la compra.
Por tanto, un comprador tiene dos posibilidades: aceptar pasivamente la rentabilidad del bono, o la Letra del Tesoro, en este caso. O, el de marcar un mínimo, que es el que permite entrar o no en esta subasta.
Letras del Tesoro: rentabilidad…y algo más
¿Qué ocurre? Que los inversores, y no solo ya los más entendidos en la materia, son conscientes de que la rentabilidad de las Letras del Tesoro se ha disparado por la subida de los tipos de interés, por lo que acaban siendo más altas que cualquier otro producto financiero cuando hace prácticamente un año su rentabilidad era cercana al cero.
La última emisión de Letras a seis meses llegó al 2,599%, las de un año, al 2,998%. Las de tres meses registran actualmente una rentabilidad del 2,198%; mientras que las de nueve, alcanzan el 2,839%. “La diferencia entre el valor de reembolso de la Letra (1.000 euros) y su precio de adquisición será la rentabilidad generada por la Letra del Tesoro”, explican desde el Banco de España (BdE), donde han tenido que establecer el requisito de pedir cita para acudir presencialmente a las subastas ante la avalancha de peticiones.
No solo eso, además, están exentos de retención, posee una alta tasa de garantía. “Por tratarse de valores a corto plazo, las variaciones de su precio en el mercado secundario suelen ser bastante reducidas; por tanto, suponen un menor riesgo para el inversor que prevea o pueda necesitar vender estos valores en el mercado antes de su vencimiento”, explica el propio BdE.
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