El fenómeno de las marcas emergentes en España ha cambiado las reglas del juego del comercio digital. El relato de emprendedores que parten de cero está marcando una nueva generación de negocios y, en este contexto, ‘MIM’, una marca española de zapatos de mujer, ha protagonizado uno de los mayores pelotazos en redes sociales, logrando cifras increíbles en cuestión de horas y enfrentándose incluso a la falsificación de sus productos como símbolo de éxito.
Detrás de esta firma se encuentran Carlos Montojo y Sofía Vega-Penichet, que se embarcaron en esta aventura empresarial hace nueve años. Con 60.000 euros en billetes bajo el colchón, Montojo recorrió, durante meses, diferentes fábricas en Vietnam buscando quién pudiera fabricar sus zapatos, pero “todas las fábricas se reían en nuestra cara”, recuerda en el podcast de ‘Media Power Agency’.
Y aunque, según explica, este proceso no fue fácil, asegura que él mismo se auto convencía de emprender para no rendirse. “¿De verdad te parece muy arriesgado intentar cumplir tu sueño durante un par de años?”, lanza la pregunta: “me parece mucho más arriesgado estar 40 años cumpliendo el sueño de otro”, sentencia.
El poder de las redes sociales le llevó al éxito
Sin embargo, el giro llegó con una apuesta digital. Aprovechando la irrupción de las historias de Instagram, la marca diseñó el que sería el primer sorteo viral en historias de la red social. El truco era simple y directo: cada participante recibía un premio asegurado, y se sorteaban zapatos cada hora durante diez horas y bastaba con compartir una historia etiquetando a la marca.
En tan solo tres minutos la cuenta ganó 20.000 seguidores. “A la hora de comer teníamos 150.000 seguidores”, señala, “y a las 9 de la noche, que era cuando salía el Black Friday, nos plantamos con 230.000”, añade. Es decir, la marca consiguió un total de 150.000 seguidores en diez horas, una avalancha que se convirtió en 1.200.000 ventas.
“Cuando vi que falsificaban mi marca, supe que lo había conseguido”
El éxito fue tal que las falsificaciones no tardaron en aparecer. Para el fundador, lejos de ser un problema, aquello fue la señal definitiva de que su marca había trascendido. “Cuando vi que falsificaban mi marca, supe que lo había conseguido”, resume.
Así, lo que empezó como una apuesta arriesgada, se ha convertido en un caso de éxito en el mundo digital español. El ejemplo de esta marca muestra que, en ocasiones, basta con una idea diferente y algo de atrevimiento para dar la vuelta a todas las previsiones y demostrar que, incluso en los mercados más competitivos, todavía hay espacio para quienes se atreven a intentarlo.
En el mundo del emprendimiento, según advierte Montojo, no hay margen para el autoengaño, porque “si te subes en el tren equivocado, lo que tienes que hacer es tratar de bajarte en la siguiente parada y reconocer el error en un segundo, porque si no, cuanto más tardes, más caro es el billete de vuelta”.

