La convulsa situación en España con la crisis del Covid-19 deja malos datos económicos que se reflejan en los miles de trabajadores en ERTE o en la cantidad de autónomos que han tenido que cerrar sus negocios. Además de la pandemia, la subida del IPC en un 40% durante los últimos 20 años que no ha ido acompañada por un aumento de los sueldos, hace que baje tanto el poder adquisitivo como la intención de poder mantener un nivel de vida medio.
Antes de entrar en materia, habrá que aclarar qué es el IPC. Se trata de un indicador que publica el INE para analizar cómo suben los precios año a año y cómo afecta esto al día a día de los ciudadanos.
Está relacionado directamente y no hay más que aplicar una simple regla de tres para entender que si sube el IPC, el nivel de vida cobrando el mismo sueldo, se estanca. Por lo que sería necesario un ajuste de los salarios que, a día de hoy y más en tiempos de crisis sanitaria, es utópico.
En el lado contrario, cuando este Índice de Precios de Consumo se reduce, los ciudadanos podrán llegar más holgadamente a fin de mes. Esto es lo que se llama, en términos económicos, deflación.
Aunque el principal escollo es la aparición del covid, podemos decir que el IPC muestra una notable pérdida en la nómina de los trabajadores.
Una empresa no tiene obligación de subir el sueldo a sus empleados en los casos en que aumente el IPC aunque sí sería lo aconsejable. Si lo hace, será por un gesto de buena voluntad, pero no porque estén obligados a ello. Salvo que haya una cláusula de revisión anual obligatoria en su convenio colectivo aplicable o se haya firmado así en el contrato de trabajo.
¿Cómo afecta el IPC al sueldo de los trabajadores?
El salario que un trabajador recibe, está especificado en el convenio colectivo del sector en el que trabaja. Se trata de un documento fijo que tiene que hacer frente a las variaciones del IPC. Los sueldos no cambian, el empleado permanece ajeno a estas variaciones.
Aunque sí es cierto que lo notará, por ejemplo, a la hora de llenar el carrito de la compra. En los últimos años, el Índice de Precios al Consumo se ha disparado en un 40%, los sueldos sólo en un 10%. El coste de vida sube mucho más que los sueldos.
Por tanto, lo que sería aconsejable es que los organismos competentes planteen un crecimiento en paralelo ya no sólo de sueldos, sino también en el caso de las pensiones o prestaciones por desempleo, como mínimo una vez al año.
Podemos ver una demostración clara de esto en los llamados mileuristas. Hace unos años, estar trabajando en una empresa que te pagase 1.000 euros era prácticamente impensable. Ahora, el que gana mensualmente esa cantidad se da con un canto en los dientes.
Resignar a los jóvenes (y a los más mayores en edad laboral) a esta pobreza no sólo va a traer cola en el momento presente, sino en el futuro.
¿Quién se hará cargo de cotizar para que podamos cobrar nuestras pensiones? Al final, la subida del IPC y el estancamiento de los sueldos da como resultado un eterno bucle.
Bajada del poder adquisitivo
La congelación de salarios, confrontada directamente con este aumento del IPC deja a los trabajadores con un bajo poder adquisitivo. En los últimos 20 años, sube el Índice de Precios al Consumo en un 40%, lo que trae de la mano una pérdida en el poder adquisitivo del trabajador. Aquí podemos hablar de la importante subida de los considerados servicios esenciales como la cesta de la compra o la electricidad y el alquiler. Estos gastos, entre otros, han aumentado a niveles nunca vistos desde hace años.
Y el motivo no es otro que el mantenimiento de los salarios en los empleos, que no cambian. Cuando sube el resto de gastos y el trabajador sigue cobrando lo mismo, parece imposible que pueda llevar un ritmo de vida acorde con las exigencias actuales.
Mientras que el IPC aumenta en un 40%, los salarios se quedan estancados en un 10%. Sería importante que el Gobierno plantease una norma para actualizar los salarios, que conlleve una revisión anual siguiendo las directrices marcadas por el indicador del Instituto Nacional de Estadística, el INE. Esta normativa se tendría que revisar anualmente, puesto que las variaciones son por este periodo de tiempo.
Subida del IPC y salario de los jóvenes
Por otro lado está el problema específico del salario de los jóvenes. Les han vendido la moto y así está extendido entre los empresarios y los jóvenes, de que para empezar en el mercado laboral hay que aceptar salarios y condiciones inferiores.
Esto sólo es el camino de la precarización y la pobreza de por vida. Hay unos derechos laborales que hay que exigir y cumplir estés empezando o lleves tiempo. Con la excusa de que ahora para empezar te haremos un contrato temporal y te pagaremos poco pero luego ya mejoraremos las condiciones: ‘Efecto cicatriz’ de la precariedad: empezar en malos empleos aumenta el riesgo de seguir así tras 5 años y así se sigue.
Mientras existan becas y prácticas no remuneradas no haremos nada. Los jóvenes deben formarse a través del trabajo cuando es su primer trabajo, pero las becas y las prácticas no remuneradas sólo son formas de explotar la mano de obra juvenil gratis. Así lo ha reconocido el propio Parlamento Europeo. Y en consecuencia se deberían prohibir por Ley.
Contrato laboral en prácticas
Hay un contrato laboral para estos casos con una remuneración inferior para formarse que es el contrato en prácticas.
El problema es que incluso cuando se accede a un contrato laboral con salarios de 950 o 1.000 euros, mientas que los alquileres son de 800 euros. Los jóvenes no pueden independizarse. La precariedad laboral acentuada por la pandemia ha obligado a 300.000 jóvenes y no tan jóvenes de hasta 40 años, volver a casa de los padres. Sin futuro para nuestros jóvenes el país no tiene futuro.
El salario de los jóvenes es hoy hasta un 50% menos que hace 40 años. Entre becas y prácticas y salarios irrisorios de 1200 euros para una persona que ha invertido y sacrificado tiempo y dinero en sacarse una carrera es inaceptable.
Las ofertas de trabajo para jóvenes exigiendo no sé cuántos Masters e idiomas para luego ofrecerles becas o prácticas o en el mejor de los casos un contrato de 1000 euros son francamente indignantes. El SMI es insuficiente hace falta un SMI específico para el personal cualificado que tenga en cuenta la inversión de tiempo y dinero que se ha realizado
¿Qué pasa con las pensiones?
¿Qué pasará con las pensiones si tenemos en cuenta estos parámetros de bajada del IPC? La actual reforma en la que trabaja el Gobierno no deja nada claro, de momento. Pero lo que sí es cierto es que parece complicado garantizar una sostenibilidad real si atendemos a los parámetros que marca el IPC.
Los actuales trabajadores son los responsables de las pensiones de las generaciones futuras, y así sucesivamente. Por eso, hay que garantizar un empleo digno que asegure unas buenas bases de cotización en las que basar el cobro de la pensión.
Subida de los alquileres, mismo sueldo
Los jóvenes buscan independizarse ¿es posible? No. Un no rotundo. Sube el IPC, y arrastra consigo la vivienda. Los salarios suben un 7% desde el año 2014. Y en la misma tabla, aumenta el precio del alquiler, llegando a ser hasta un 50% o 60% más en determinadas zonas. Con este panorama, parece imposible que nadie pueda comenzar una nueva vida independiente de sus padres.
Esto no hace referencia solo a los jóvenes. Los estudiantes sí, pero también los trabajadores encuentran precios más altos en productos y servicios, alimentación y bebidas. Los sueldos siguen siendo los mismos y, en algunos casos, más bajos.
IPC y salario mínimo en la Unión Europea
Los países de la UE también sufren este problema. El nivel de vida se precipita mientras sube su IPC. En estos casos, los estudios proporcionados por las administraciones revelan que el Salario Mínimo Interprofesional, que en España es de 950 euros, sube pero con más cautela que en nuestro país.
Los motivos, que cae el PIB, sube el IPC y se mantiene la productividad, aunque en los últimos tiempos de covid el tejido económico se ha visto muy perjudicado.
No obstante, la mayor parte de los países europeos anuncian una subida del SMI modesta, pero subida:
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Alemania. Subida del 2%, lo que sitúa el sueldo mínimo a cobrar por los trabajadores en torno a los 1.500 euros.
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Países Bajos: 1.685, con un aumento porcentual del 2%.
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Luxemburgo es el que más riesgo asume, con un aumento del 2,8%.
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Francia es más modesta. Uno de los países más golpeados por la pandemia, anuncia una subida del 1%, lo que mejorará la situación de miles de ciudadanos pero tal vez no sea suficiente para adecuarlos a la subida del IPC.
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Polonia, con un 7,7%.
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Letonia hasta un 16,3%.
El Salario Mínimo Interprofesional en España subirá en tres años hasta los 1.200 euros, tal y como prometió la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.
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