Llegar a los 80 años no significa haberlo entendido todo, pero sí haberlo vivido casi todo. Amor, trabajo, pérdidas, miedos, renuncias y también pequeñas victorias que, vistas con perspectiva, pesan más que cualquier éxito profesional. Un estudio de Harvard realizado por el Robert Waldinger, muestra que las mujeres lamentan no haber vivido una vida más auténtica, por estar demasiado pendientes de la opinión ajena; los hombres, en cambio, lamentan haber trabajado demasiado y no haber dedicado suficiente tiempo a su familia. Otros, se arrepienten no haber mostrado sus sentimientos con libertad, pues en aquella época el llorar era motivo de debilidad.
En este sentido, William Rossy, creador del canal Sprouht más de 1 millón de seguidores, ha salido a la calle para hablar con varios jubilados mayores de 80 años y de casi 90 años para preguntarles de qué se arrepienten y harían si pudieran volver atrás. Es decir, ¿qué le dirían a su yo más joven?
Las respuestas no tienen nada de edulcoradas. Hay tristeza, resignación, pero también lucidez y una honestidad que rara vez se escucha. Muchos de ellos han perdido recientemente a su pareja. Otros viven solos tras décadas compartiendo la vida con alguien. Y casi todos coinciden en algo: nadie está preparado para envejecer, ni siquiera cuando llega.
Por ejemplo, una pareja de jubilados se arrepienten de haber dejado su vivienda a sus hijos antes de tiempo, ya que como ellos dicen “vendieron lo que más quería”. Otros no tienen una perdida patrimonial, pero sí, sentimental.
“Estoy bien físicamente, pero mentalmente todavía estoy aprendiendo a vivir sin ella”, explica un hombre de 88 años que perdió a su esposa tras 63 años de matrimonio. “Es triste y solitario. Como solo. Pero sigo aquí”. Su relato no es excepcional. A lo largo del vídeo, la viudedad aparece una y otra vez como el golpe más duro de la vejez.
“Después de vivir 60 años con alguien, estar sola es otra vida. Todo empieza a ir mal. El cuerpo, la espalda, la vista… hace cinco años no era así en absoluto” relata una jubilada.
“Ahí es cuando te das cuenta de que el tiempo no espera”
Para muchos, el mayor error no fue una mala decisión concreta, sino no haber sido conscientes de lo efímero. “Cuando eres joven piensas que esto no se va a acabar nunca”, dice uno de los entrevistados. “Ese es el gran error. Todo es impermanente. Disfruta el momento”.
Otros hablan del peso de las expectativas y de vivir demasiado pendientes de agradar. “Ojalá hubiera tenido más valor para seguir mi instinto”, reconoce un hombre que admite haber permanecido en relaciones y situaciones que no le hacían bien por miedo a decepcionar. “Lo descubrí 20 o 30 años tarde”.
La idea se repite con distintas palabras: vivir en el pasado genera tristeza; vivir en el futuro, ansiedad. “La única forma de estar en paz es estar en el presente”, afirma otro jubilado.
Si hay un arrepentimiento que aparece con fuerza es el relacionado con la pareja. “Si mi marido volviera a la vida, nunca volvería a discutir con él”, confiesa una mujer sin dudarlo. No habla de grandes traiciones ni de errores irreparables, sino de discusiones pequeñas, cotidianas, que vistas desde la vejez pierden todo sentido.
También hay quien lamenta no haberse atrevido antes a enamorarse de verdad. “Pasé años persiguiendo mujeres sin sentido”, admite un hombre casado desde hace 45 años. “Tener una relación amorosa de verdad es mucho más valioso. No tengas miedo de amar”.
Frente a una sociedad cada vez más individualista, los mayores insisten en la importancia de las relaciones. “Invierte en la gente que tienes cerca. Eso vale más que cualquier otra cosa”, resume uno de ellos. “Sin eso, todo lo demás se tambalea”.
La vejez y la mirada de los demás
No solo duele el cuerpo. También pesa la forma en que la sociedad mira a las personas mayores. “Cuando tienes 88 años, la gente asume que ya no eres una persona activa”, explica uno de los entrevistados. “Que te estás despidiendo. Aunque no sea verdad”.
Algunos lo aceptan con resignación. Otros se rebelan manteniéndose activos física y mentalmente. “Voy al gimnasio varias veces por semana, camino, escribo, hago locuciones, pinto”, cuenta un jubilado que asegura que la creatividad es la mejor forma de derrotar a la edad. “Nadie puede decirte cuándo dejar de crear”.
Más allá de los errores, todos coinciden en un mensaje para los jóvenes: no posponer lo importante. “Llama a la gente que quieres”, insiste Rossy al final del vídeo. “No mandes mensajes. Llama. Diles que los quieres. Nunca sabes cuándo será la última vez”.
Los jubilados lo dicen con la autoridad de quien ya ha visto marcharse a demasiadas personas. “Haz lo correcto”, aconseja uno. “Sé amable, justo y honesto. Mantén la cabeza alta”.