Esta semana ha dado inicio en París (Francia) el juicio de una mujer de 33 años acusada de haber estafado a su exprofesor octogenario, aprovechando su fragilidad mental e intelectual. Según la acusación, la imputada habría sustraído más de 100.000 euros entre 2020 y 2022, valiéndose de transferencias bancarias y otras maniobras fraudulentas. La acusada enfrenta una posible condena de hasta 7 años de prisión y una multa de 375.000 euros.
El abuso de debilidad se produce cuando una persona se aprovecha de otra gracias a su vulnerabilidad afectiva o mental. En España, el artículo 250 del Código Penal establece que esta práctica está penado con pena de prisión de una a seis años. Además, el artículo 22 del Código Penal, en su apartado 4, contempla como una agravante general la explotación de la situación de vulnerabilidad, y puede aplicarse en delitos como el robo o la estafa. Pero ¿y en Francia? Pues también, y viene recogido en la ley L.223-15.
Usurpación de la identidad
Entre principios de 2020 y finales de 2022, la acusada presuntamente había sustraído más de 100.000 euros de su exprofesor, un hombre octogenario que padecía una enfermedad crónica y una discapacidad intelectual. Según la acusación, la mujer habría obtenido importantes cantidades de dinero a través de transferencias bancarias, que utilizó para adquirir diversos artículos, como electrodomésticos, utensilios y cubrir gastos personales, incluidos los del veterinario.
Además, la exalumna también está acusada de haber usurpado la identidad. Para ello, utilizó la identidad de este profesor jubilado con el fin de abrir créditos en distintas entidades bancarias por un valor de más de 60.000 euros, incrementando así el perjuicio económico a la víctima.
No ha sido el único caso
En 2023, los tribunales franceses juzgaron un caso similar al actual, que involucró a Madeleine Riffaud, una poeta, periodista y corresponsal de guerra francesa y figura de la Resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial. Riffaud, de 99 años, ciega y postrada en cama tras una caída en 2018, fue víctima de una estafa por parte de su asistenta de confianza, Miryam Benarroche, quien se aprovechó de su vulnerabilidad para realizar gastos personales con el dinero de la poeta.
Entre 2016 y 2021, Benarroche gastó más de 140.000 euros en artículos de lujo, como ropa de marca y perfumes caros, muy alejados del estilo de vida austero de Riffaud. A pesar de que Benarroche intentó justificar las compras como “necesarias” para el bienestar de Riffaud, el tribunal consideró que se trataba de un abuso de confianza. Las pruebas presentadas mostraron incoherencias en las justificaciones de la acusada, lo que llevó a su condena a ocho meses de prisión y al pago de una multa de 8.000 euros.
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