Una semana después del devastador incendio en el edificio residencial del barrio de Campanar, Valencia sigue de luto. Una tragedia que ha dejado diez fallecidos, entre ellos, siete mujeres, un hombre, un niño, un bebé y numerosas víctimas que todavía se recuperan de lo sucedido: se han quedado sin nada.
Ahora, las familias afectadas tienen que empezar una nueva vida, desde cero. Y es que las consecuencias psicológicas de vivir una experiencia de tal magnitud, pueden llegar a ser para toda la vida si no se tratan adecuadamente.
NoticiasTrabajo ha podido hablar con Eva María Lucas Simón, Psicóloga de Emergencias y miembro de grupos de Intervención en Emergencias y Catástrofes del Colegio Oficial de Psicología de la Comunidad Valenciana (COPCV), sobre el papel que juegan los profesionales de la Psicología en estos casos.
La realidad del psicólogo ante una catástrofe
Tras el aviso de incendio en la tarde del pasado 22 de febrero, se activaron los protocolos internos del COPCV para que los psicólogos especializados en Emergencias pudieran atender a las víctimas y familiares afectadas por el incendio. “El apoyo psicológico es fundamental durante las primeras horas tras lo sucedido”, recuerda Eva María, haciendo hincapié en la necesidad de la intervención psicológica en catástrofes, “ya que una actuación adecuada puede llegar a prevenir el desarrollo de patologías posteriores en los afectados”.
“Informamos a los familiares hacia dónde dirigirse, orientamos sobre los trámites a seguir, normalizamos las reacciones, identificamos y atendemos a personas en crisis y con cuadros de shock emocional, actuamos sobre el riesgo de suicidio, informamos sobre posibles síntomas y asesoramos sobre cómo dar la noticia a los niños”.
Estos son los llamados “primeros auxilios psicológicos”, que se basan en orientar, escuchar y apoyar a los afectados, además del acompañamiento, una tarea poco sencilla “porque se da en un contexto de alta intensidad emocional”, explica Eva María. De esta manera, “acompañamos a los afectados cuando desconocen dónde se encuentran sus seres queridos, al recibir malas noticias o en la identificación de fallecidos”.
Cabe señalar que, en situaciones como estas, toda ayuda es vital: el trabajo de los bomberos, enfermeros, psicólogos y cuerpos de seguridad es esencial para mitigar el sufrimiento de los afectados. Para ello, explica que “nos complementamos en el dispositivo de ayuda y apoyo que se establece tras estos sucesos potencialmente traumáticos”.
Las cicatrices psicológicas de los afectados tras el incendio
Es evidente que, tras lo sucedido, las víctimas adopten reacciones inmediatas como la incredulidad o negación. Según Eva María, “esto se puede dar en las primeras horas e incluso días”. El estado de shock es el más común entre los afectados, pues tiene la función protectora de dar a las personas el tiempo necesario para prepararse a resistir ante lo ocurrido.
Tal y como explica Eva María, posteriormente, se darían otras reacciones que no serían patológicas, como “ansiedad, dificultades a la hora de dormir, cansancio, presencia de alucinaciones, tristeza, rabia y miedo”. Pero si estas se prolongan en el tiempo, asegura que “sí podrían aparecer trastornos, como el de estrés agudo y el postraumático”, y este último se agravaría ante estímulos que recordaran el suceso, como podría ser con la presencia de humo, fuego o escuchar una sirena.
No es la primera catástrofe que deja múltiples víctimas y afectados, por lo que se reconoce la importancia de un dispositivo de seguimiento para atender las necesidades de atención psicológica que pudieran presentar.
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