El sector industrial se adentra en la incertidumbre y la oscuridad. En diez años, habrá consumado una caída sin precedentes, como evidencian los datos y estudios de Centro Europeo para el Desarrollo de la Formación Profesional y el Instituto Nacional de Estadística y a los que dan sentido el Observatorio de Formación Profesional de CaixaBank Dualiza y Orkestra-Instituto Vasco de Competitividad.
Según estas previsiones del mercado laboral, en 2023, los sectores de la industria extractiva y manufacturera habrán perdido 218.000 puestos de trabajo, una variación superior al 8% con respecto al periodo comprendido entre 2021 y 2030. Para este último año se prevé un aumento de 1,3 millones de personas con trabajo, a lo que no le corresponderá, sin embargo, este sector.
Una tendencia que comenzó a mostrar sus indicios el pasado mes de noviembre en Alemania, donde la producción industrial bajó un 0,2%, pero que no se corresponde con el desarrollo español, donde aumentó un 5,6%. A pesar de las negras previsiones, este 2022 se recibe con esperanza en el sector.
Según Oxford Economics, la industria está ante una resolución gradual de los problemas de la oferta. Se espera que el crecimiento a partir del segundo trimestre del nuevo año sea prácticamente nulo. Aunque todo dependerá de los consumidores y el contexto de la pandemia.
Reducción del peso en el PIB y de la formación laboral
La crisis sanitaria desatada por la pandemia de COVID-19 prenderá la mecha de la propia de la industria. De sus aperturas dependen la respuesta a corto plazo de la capacidad de compra de los consumidores y el comportamiento de la tasa de ahorro. Pero también ha menguado drásticamente la inversión de formación para futuros trabajadores en el sector un 31%. Sobre todo, en Formación Profesional (FP).
La realidad muestra síntomas de un porvenir dudoso y aquellos que buscan labrarse un próximo futuro laboral, por tanto, tratan de evitarlo. Una bola que no hace más que aumentar y que cae cuesta abajo, opuestamente a los deseos del sector, que pretendía recuperar el peso perdido en el Producto Interior Bruto (PIB), con un descenso paulatino en este siglo XXI.
Según el Ministerio de Industria, contribuye actualmente con un 12,6% al PIB español siendo la segunda rama más importante de la economía nacional. Un porcentaje que no ha dejado de menguar si se echa la vista atrás. En 1980, su contribución era del 25,9%, por los 17,8% del 2000. Peso que amenaza con adelgazar, aún más, los estragos de la pandemia.
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