Un gerente está acostumbrado a trabajar bajo presión, resolver conflictos y liderar a todo tipo de trabajadores. Sin embargo, hay situaciones que pueden resultar de lo más frustrantes, que es lo que está viviendo el encargado de un comercio que tiene a una persona en el equipo que, como él mismo ha reconocido, no quiere hacer absolutamente nada. Un comportamiento que la empresa, de momento, no ha querido corregir, sin obligarlo a formarse y sin despedirlo. Motivo por el que este gerente se siente frustrado al no saber qué hacer con él.
La historia ha sido publicada en ‘Fail blog’, una sección de ‘Cheezburger’ donde distintos usuarios envían sus propias experiencias personales, siempre en tono humorístico (algo parecido a Reddit pero en clave de humor), para compartirlas con los lectores, si bien estas no se llegan a verificar, siendo un portal donde simplemente se comparten historias personales.
“‘No me interesa’, esas son las palabras de mi nuevo compañero de trabajo. Esto lo escribo en parte por frustración y en parte por estar simplemente molesto con la situación en general”, comienza explicando en esta ocasión el usuario ‘@leftclicksq2’. Todo comenzó cuando, en el último mes, su jefe decidió abrir un proceso de contratación para trabajos de almacén y cajero.
El proceso de selección, según relata el citado usuario, no fue bien ya que, al verificar los antecedentes de los candidatos, se descubrió que la mayoría de los solicitantes tenían algún tipo de delito de robo en su historial. Asimismo, había muchos aspirantes mayores, “que afirman abiertamente que no querían trabajar como cajeros o que querían que se les pagase en negro porque cobran una pensión por discapacidad”, sigue relatando, apuntando que no quiere que “de ninguna manera se interprete esto como discriminatorio por motivos de edad”, si bien está cada vez más frustrado por el nivel de interés que despierta este trabajo.
No quiere aprender ni trabajar
Según se narra en el hilo publicado, en el citado blog, finalmente contrataron a Joe, un candidato de más de 70 años. Este, antes de aceptar el empleo, trabajaba en una tienda de mascotas con su esposa, donde se encaraba de reponer los estantes, mientras que su mujer se ocupaba de las operaciones de caja.
En este nuevo trabajo, en cambio, debe ocuparse de la caja registradora, pero Joe se niega a aprender a usarla. Así lo cuenta el gerente, que asegura que se le encomendó la tarea de formarlo pero que este se niega todo el rato a ello. “Mi jefa me dijo que no puede obligarlo, pero que no quiere que se desmotive con el trabajo en general”, afirma.
Sí que ha recibido formación para realizar inventario, almacenar artículos, etiquetar productos y cosas similares, aunque tampoco es que las esté llevando a cabo.
“Joe está con el volumen del teléfono al máximo, atendiendo llamadas personales y sin hacer nada en absoluto”, declara
Incluso, explica que una vez etiquetó mal los refrescos y les puso un precio de 88,99 dólares, cuando debían costar 1,99. El gerente asegura que le ha informado de todos estos errores en un tono desenfadado, animándole a que le pregunte cualquier duda que tenga, pero el empleado sénior sigue cometiendo los mismos errores un mes después. “Estoy frustrado, estos errores evitables realmente me están sacando de quicio. No puede ser tan difícil seguir instrucciones, ¿verdad?”, se pregunta en el blog.
“No sé qué más puedo hacer”
Citando otros ejemplos del mal comportamiento de Joe, este usuario, y encargado de la tienda, explica que uno de sus compañeros se quejó de que no había existencias en los pasillos de refrescos y agua. También que no había podido contar con Joe cuando llegó un envío y que, al contrario, se lo había encontrado sentado encima de unas cajas viendo lo que parecía ser un vídeo en su teléfono.
“Mi jefa está al tanto de todos estos casos, incluso de los que no he mencionado aquí, aunque está intentando darle a Joe el beneficio de la duda”, señala. La gota que colmó el vaso fue en uno de los últimos cierres, cuando este empleado se sentó en una caja registradora cerrada y empezó a ver vídeos en su teléfono. “Estaba revisando una caja registradora mientras otro compañero estaba en el baño y le pregunté a Joe si las luces de los pasillos de refrescos y agua estaban apagadas. Me respondió bruscamente que había “hecho todo”, pero eso no respondía a mi pregunta”, indica.
Al revisar las cámaras, descubrió que las luces seguían encendidas en esa zona, invitando al empleado sénior a acompañarle para solucionarlo. Es aquí cuando este le contestó tajantemente que “no me interesa”. “Sentí que se me quedaba una mirada perdida en la cara y respondí que necesitábamos apagar esas luces, pero Joe me interrumpió y repitió lo anterior. También decidió reprenderme y decirme que ‘recibe una buena pensión, que su esposa es una mujer agradable y muy trabajadora’”, unas declaraciones que causaron más confusión al encargado.
Tras esto, tomó la decisión de despedirlo, explicando firme a su jefa que, simplemente, este empleado no estaba haciendo nada, sino que solo perdía tiempo con su teléfono y sus despistes se pagan caros, como cuando casi les cuesta la cancelación de un pedido de miles de dólares. A pesar de tomar esta decisión, todavía no ha ejecutado el despido, y su superiora no ha llegado a concretarle si respetara esta decisión y le permitirá echarlo.
“Joe no quiere seguir ninguna de mis instrucciones cuando se trata de ayudar a los clientes o revisar las llegadas de los envíos. Mis compañeros de trabajo y yo nos hemos resignado a recoger lo que él deja, sobre todo porque él cree que si otro compañero se presenta a su turno, él puede irse a casa antes”, explica frustrado el encargado, expresando que no sabe qué hacer porque no quiere que su jefa se piense que tiene algo contra Joe: “Ya he expresado mis quejas, pero no sé qué más puedo hacer”, concluye sin respuesta.