España volvió a situarse en el mes de octubre como el Estado miembro con mayor tasa de desempleo de la Unión Europea (UE). Esto es así, según los últimos datos publicados por la oficina estadística Eurostat, donde el mercado laboral español cerró el mes de octubre de 2025 con un paro del 10,5% (lo que supone 2,6 millones de personas sin empleo), una cifra que duplica la media de la eurozona (6,4%) y el conjunto de los Veintisiete (6%). Esta brecha estructural se agrava en el caso de los menores de 25 años, donde España también lidera el ranking comunitario con una tasa del 25,3%, diez puntos por encima del promedio europeo (15,2%).
La resistencia a la baja del desempleo en España contrasta con lo que los analistas han bautizado como el “milagro checo”. La República Checa se posiciona en el extremo opuesto con una tasa general del 3,2% y un paro juvenil del 10,6%. Esta diferencia (de más del triple en términos generales y más del doble en el caso de los jóvenes) no es coyuntural, sino que responde a un modelo educativo y de inserción laboral que los expertos señalan como la gran asignatura pendiente de la economía española.
La “holgura” del mercado laboral
Más allá de las cifras oficiales, el análisis de la holgura del mercado laboral, el concepto que suma a los parados tradicionales, los grupos de desempleo oculto ofrece una imagen todavía más compleja. En España, este indicador de infrautilización de la mano de obra se eleva hasta el 18,6%, frente al 11,7% de la media de la UE. Este dato aglutina no solo a quienes buscan trabajo activamente, sino a personas disponibles que han dejado de buscarlo por desánimo o a trabajadores subempleados a tiempo parcial que desearían trabajar más horas.
Raymond Torres, director de Coyuntura de Funcas, destaca que el éxito de países como Chequia o Alemania (que registra un 3,8% de paro total) reside en su capacidad para retener mano de obra incluso en los momentos de bajo crecimiento. Según el analista, estos estados cuentan con sistemas de colocación muy eficientes mediados por sus Cámaras de Comercio, que mantienen un contacto permanente con el tejido productivo para detectar necesidades reales de formación.
La brecha de la formación dual
El factor determinante que explica por qué Chequia da una lección de resiliencia a España es el peso de la Formación Profesional (FP) Dual. Esto es así, ya que mientras en la República Checa el 73% de los estudiantes de postsecundaria están matriculados en programas que combinan la teoría con prácticas en empresas, en España ese porcentaje apenas llega al 34%. Esto hace generar un desajuste entre lo que se entiende por oferta educativa y la demanda de las empresas.
Javier Blasco, director de Adecco Group Institute, explica que el sistema dual asegura que los jóvenes adquieran habilidades directamente aplicables al mercado, reduciendo el tiempo de transición entre el aula y el despacho.
Además, si mirado los datos de Randstad Research los mismos dicen que solo el 9,4% de los jóvenes españoles de entre 25 y 29 años posee un título de FP de Grado Medio, frente al 54,3% de los checos. Por otro lado, en España, existe un 21,3% de jóvenes con una cualificación baja (que como mucho cuentan con la Educación Secundaria Obligatoria), el doble que la media europea.
Un desajuste en las cualificaciones
La paradoja española reside en que, aunque el 57,9% de los jóvenes mayores de 25 años cuenta con una cualificación alta, existe un sesgo hacia las carreras de Humanidades en detrimento de las ingenierías (que pesan cuatro puntos menos que en la media europea). Este desajuste provoca que, mientras sectores clave demandan técnicos especialistas, miles de licenciados engrosan las listas del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) o aceptan empleos por debajo de su formación.
El Gobierno se marcó como objetivo reducir la tasa de paro al 8% en la presente legislatura, una meta que la Comisión Europea ve lejana. Las proyecciones de Bruselas sitúan a España por encima del 10% al menos hasta 2026.