Óscar Garrobo, hoy director de cine y guionista, jamás pisó un aula de bachillerato ni se enfrentó a la temida selectividad. Lo suyo era, según admite sin rodeos, una “vida de nini” a los 23 años. Todo cambió gracias a una escena de la mítica serie de Antena 3, ‘Aquí no hay quien viva’, que le reveló que existía una puerta trasera a la universidad, reservada para quienes nunca pasaron por el sistema tradicional.
“No tengo bachillerato, no tengo ni selectividad, ni nada de eso”, explica en un vídeo para sus redes sociales. Ni siquiera veía claro su futuro hasta que se topó con un capítulo de la famosa serie: “Estaba viendo ‘Aquí no hay quien viva’ y me acuerdo que Emilio tiene un momento de la trama en el que le dicen que tiene que estudiar el examen de 25 años para poder ir a la universidad. Pensé: ¿Eso existe?”, cuenta.
Esto ocurre durante la segunda temporada de ‘Aquí no hay quien viva’. El personaje de Emilio, el portero, decide que quiere seguir los pasos de Juan Cuesta, presidente de la Comunidad y docente, y estudiar así la carrera de magisterio. De esta manera, en el último capítulo de la temporada, titulado ‘Érase una boda’, Emilio se presenta a la prueba de acceso a la Universidad para mayores de 25 años antes de su boda con Rocío, la cartera.
Así se enteró de que había otras alternativas para acceder a la universidad, se presentó a la prueba para mayores de 25 y consiguió matricularse en Comunicación Audiovisual en la Universidad Carlos III de Madrid. “¿O sea, hago el examen y entro directamente en la universidad? Pues sí. Todas las públicas lo tienen”, relata sorprendido.
“Se puede estudiar, aunque sea tarde”
Óscar había conseguido entrar en una carrera que, por la vía tradicional, exigía una de las notas de corte más altas del momento. “Es una carrera que tiene como un 12 (aproximadamente) de nota de corte, sobre todo del año en curso que yo entré”, recuerda. Así que mientras la mayoría de sus compañeros llegaban con expedientes brillantes, él lo había hecho saltándose el camino habitual y con un 5 de nota en la prueba de acceso.
La sorpresa llegó el primer día de clase, cuando una profesora animó a los estudiantes asegurando que eran “la élite” de su generación. “Yo levanté la mano y dije: yo entré con examen de 25 años, yo entré por la puerta de atrás. Y me dice la tía: ‘Bueno, sois todos la élite menos ese tío de ahí’”, recuerda con humor.
Pero Garrobo no solo se adaptó, sino que arrasó. “Acabé siendo un estudiante modelo. Tengo varias matrículas de honor, una nota media altísima”. El guionista subraya el esfuerzo de adaptarse y lo difícil que fue romper el estigma: “Cuesta cambiar las cosas, pero se puede estudiar, aunque sea tarde”.