Ser camionero en España es una profesión que poco a poco esta quedando sin relevo generacional y así lo demuestra el estudio de Remitly, que confirma este cambio y que, ahora, las nuevas generaciones quieren ser “youtubers”. El motivo del desinterés por estas profesiones tradicionales son el tiempo y el esfuerzo, ya que es un trabajo en el que literalmente “estas todo el día fuera de casa” y por otro lado su bajo salario. Así lo cuenta Rafa, un transportista con casi cuarenta años de experiencia que abre las puertas de su camión para mostrar cómo se sobrevive en un oficio que, según dice, “ya no es digno”.
Durante un viaje grabado por el creador de contenido Clavero, este conductor relata, sin adornos, las jornadas interminables, la soledad y la falta de reconocimiento que sufren los profesionales del transporte por carretera. “Llevo 37 años aquí sentado, casi 38, y he visto de todo. Pero lo que vivimos ahora no es normal. Trabajas 15 horas al día y ni así te da para vivir tranquilo”, afirma.
“Dormía con un machete en la barriga”
Rafa recuerda una de las noches más duras de su vida. “Me despertó una luz. Abrí los ojos y tenía a un hombre con pasamontañas y un machete delante. Me robó el reloj, el ordenador y hasta una cadena de oro. Estaba durmiendo dentro del camión”.
Los robos, dice, son habituales. Muchos camioneros se ven obligados a pasar la noche en polígonos industriales, sin vigilancia ni servicios. “Te dejan tirado donde sea, como si no valieras nada”.
Durante la pandemia, la situación se agravó. “Mientras todo el mundo estaba confinado, nosotros seguíamos trabajando. Llevábamos comida a granjas, supermercados y gasolineras, pero nos encontrábamos las duchas cerradas y los baños sucios. Ni una barra de pan podías comprar”.
“Por 20 minutos no llegué a casa un viernes”: el sacrificio de no ver a los tuyos
El vídeo muestra cómo una simple demora en la carga o descarga puede arruinar el fin de semana de un conductor. “Por culpa de 20 minutos no he podido irme a casa. No puedes mover el camión, porque es ilegal. Tampoco puedes entrar al parking, porque está lleno. Así es nuestra vida”, explica resignado.
Las normas del tacógrafo son estrictas, pues solo se pueden conducir nueve horas diarias, con descansos obligatorios de 45 minutos cada cuatro horas y media. “Si te pasas un minuto, te multan. Y da igual que estés a un kilómetro de tu casa”.
El transportista denuncia también el trato recibido en muchos puntos de carga y descarga. “Llegas puntual y te dicen que no hay mercancía o que vuelvas el lunes. Te dejan tirado todo el fin de semana en un polígono, sin baños ni comida. Y nadie se responsabiliza”.
A pesar de transportar productos esenciales, los sueldos no compensan. “Un camionero nacional puede sacar 1.500 euros limpios al mes. En internacional, 2.800 o 3.000, pero a costa de no ver a tu familia en semanas. No merece la pena”.
“He visto crecer a mis hijos por fotos”
“Mi hijo tenía tres años y yo no lo vi crecer. Me he perdido toda su infancia, y ahora lo pienso y se me parte el alma”, confiesa Rafa mientras prepara su bocadillo para otro día en la carretera. Su esperanza es poder disfrutar al menos de sus nietos. “A ver si puedo disfrutar la de los nietos, como mínimo”.
Aun así, sigue amando su oficio. “Es bonito, porque sin nosotros el país se para. Todo lo que llega a las casas lo lleva un camionero. Pero ya no es un trabajo digno. Te dejas la vida por nada”.
El veterano lo tiene claro: si no se mejoran las condiciones, el transporte por carretera se enfrenta a una crisis sin relevo generacional. “Los jóvenes no quieren esto, y los que estamos seguimos por costumbre. Pero así no se puede vivir”. Sin los camioneros, la rueda se detendría. Pero, como concluye Rafa, “parece que nadie se da cuenta hasta que falta algo en los estantes”.