La lucha contra el tabaquismo en Europa y España se encuentra en una guerra de dos bandos, que son la ideológica y la científica. España apuesta por la primera, empezando a aplicar leyes cada vez más prohibitivas, por ejemplo, la de equiparar los productos de vapeo y nicotina con el cigarrillo convencional y donde la evidencia científica llega desde el Reino Unido sugiriendo un camino distinto.
Action on Smoking and Health (ASH), considerada la organización antitabaco más influyente a nivel global y fundada por el Real Colegio de Médicos británico, ha publicado el pasado mes de noviembre de 2025 un informe técnico (se puede leer en inglés en este enlace) donde desafía los dogmas de las políticas prohibicionistas. Explican que la nicotina es adictiva, pero no es la causa del cáncer ni de las enfermedades graves asociadas a fumar.
El documento, titulado Evidence summary: The health effects of nicotine, ha sido elaborado con la colaboración de expertos de instituciones de primer nivel como el King’s College de Londres, el University College de Londres (UCL) y el Imperial College. Su conclusión es que la nueva ley del tabaco en España tiende a demonizar la nicotina al mismo nivel que el humo de la combustión.
Si miramos a lo que dice el informe, este es claro y “la nicotina por sí sola conlleva pocos riesgos directos para la salud” y no es el agente responsable de la letalidad del tabaco. El informe explica que el daño proviene de los miles de compuestos tóxicos y cancerígenos que se inhalan al quemar tabaco, no de la sustancia que genera la dependencia.
La diferencia entre adicción y toxicidad
El análisis de ASH hace una distinción clínica fundamental para el diseño de políticas públicas. Si bien reconocen que la nicotina actúa sobre los receptores del cerebro liberando dopamina y reforzando el uso repetido (lo que explica la dificultad para dejar de fumar), los riesgos fisiológicos directos son limitados.
Un metaanálisis del Real Colegio de Médicos (RCP), citado en el informe, explica que la sustancia “confiere poco riesgo para la salud” en comparación con el tabaco fumado. Aunque la exposición aguda puede elevar temporalmente la frecuencia cardíaca y la presión arterial, los estudios no han hallado un incremento del riesgo de infartos o accidentes cerebrovasculares a largo plazo en usuarios de terapias de reemplazo de nicotina.
Esta evidencia choca frontalmente con la percepción pública y con ciertas bases legislativas que tratan la nicotina como un carcinógeno. El consenso investigador presentado por la organización británica ratifica que “la nicotina no causa cáncer”.
La eficacia de la reducción de daños
El informe no solo exime a la nicotina de las principales patologías del tabaquismo, sino que la señala como una herramienta “eficaz” para la cesación. En el Reino Unido, el enfoque ha llevado a integrar productos no combustibles (como parches, chicles y vapeadores) en la estrategia sanitaria nacional para dejar de fumar.
Los datos son prueba de ello, ya que según una revisión de Cochrane indica que el uso de vapeadores con nicotina duplica las probabilidades de éxito al dejar de fumar en comparación con otras terapias de reemplazo tradicionales. No solo eso, sino que además el NICE (Instituto Nacional para la Excelencia en la Salud y la Atención) y el propio NHS (Servicio Nacional de Salud británico) recomiendan estos dispositivos como ayuda para dejar de fumar.
Un enfoque bien distinto a la de la legislación española que busca equiparar los cigarrillos electrónicos y al tabaco convencional, bajo la premisa de que “todos son malos”. Para ASH, sin embargo, el vapeo, aunque no está exento de todo riesgo, es “menos dañino que fumar”, y los peligros potenciales derivan de otros químicos inhalados, no de la nicotina.
Esta disociación entre nicotina y enfermedad tiene un precedente en Europa y es el “modelo sueco”. Suecia, único país de la UE donde se permite la venta de snus (bolsas de nicotina de uso oral), ostenta las tasas de cáncer de pulmón más bajas del continente. El desplazamiento del consumo de cigarrillos de combustión hacia estas alternativas orales ha permitido reducir la incidencia de enfermedades oncológicas en un 41% respecto a la media europea, un dato que para los expertos corrobora la tesis central del informe: el agente letal no es la nicotina, sino el humo.
El documento científico también habla de mitos, pues aunque el tabaquismo está fuertemente vinculado a trastornos como la esquizofrenia y la depresión, la ciencia y la evidencia explica que la nicotina no es el motor principal de estas patologías. Del mismo modo, estudios de cohortes a largo plazo (siguiendo a individuos desde la infancia hasta la vejez) no han hallado diferencias en la función cognitiva entre nunca fumadores y ex fumadores que consumieron nicotina.