El calor y la sequía frecuentes del último año disparan los precios de las cosechas agrícolas. El peaje por el cambio climático, que ya se deja ver en el cambio de temperaturas a lo largo del año y la mezcla de estaciones, ya ha encarecido un 16% el coste de los preparados de legumbres y hortalizas o un 11,2% los cereales y derivados. Pero el aceite de oliva lidera los incrementos, con subidas de precio de un 21%.
El aceite de oliva es uno de los productos más apreciados y consumidos en España, pero también uno de los más vulnerables a las condiciones climáticas. El calor y la sequía que azotan al país desde hace años han tenido un impacto negativo en la producción y la calidad del aceite de oliva, lo que ha provocado un aumento considerable de su precio en el mercado. Por no hablar de la crisis de los fertilizantes y sus precios abusivos.
Según los datos del Ministerio de Agricultura, la cosecha de aceituna de 2022/2023 se prevé que sea un 50% inferior a la del año anterior, debido a la falta de lluvias y las altas temperaturas que han afectado al desarrollo y el rendimiento de los olivos. Esto ha generado una escasez de oferta que no se corresponde con la demanda, tanto nacional como internacional, lo que ha disparado el precio del aceite de oliva en origen.
¿Cuánto costará el aceite de oliva?
En julio de 2023, el precio medio del aceite de oliva virgen extra se situó en 8 euros por litro, lo que supone un incremento del 233% respecto al mismo mes de 2020 y del doble respecto al 2022. El aceite de oliva virgen y el lampante también han experimentado subidas similares, lo que ha encarecido el coste de producción para los agricultores y las cooperativas. Las proyecciones de precio, según Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), colocan el precio sobre los 10 euros para septiembre. Una tendencia alcista que tiene como principal consecuencia la caída del consumo, que ya llegaba al 50% en julio.
Alternativas al aceite de oliva
Estos precios récord se trasladan al consumidor final, que tiene que pagar más por un producto básico en su dieta. Además, el aceite de oliva tiene que competir con otros aceites vegetales, como el de girasol o el de soja, cuyos precios también han aumentado por la guerra comercial entre Ucrania y Rusia. Esto deja al consumidor sin opciones más baratas para sustituir al aceite de oliva. Entre las alternativas recomendadas de uso más económicas se encuentran el aceite de aguacate, de coco o de sésamo.
Ante esta situación, el Gobierno ha tomado algunas medidas para intentar aliviar la presión sobre el sector y los consumidores. Por un lado, bajó el IVA del aceite de oliva del 10% al 5%, lo que puede suponer un ahorro de unos 25 céntimos por litro. Por otro, ha aprobado un plan estratégico para mejorar la competitividad y la sostenibilidad del sector oleícola, con una inversión de 300 millones de euros hasta 2027.
Sin embargo, estas medidas pueden resultar insuficientes si no se revierte la tendencia climática que amenaza al cultivo del olivo. Los expertos advierten que el cambio climático puede provocar más sequías, olas de calor, plagas y enfermedades que reduzcan aún más la producción y la calidad del aceite de oliva en España. Por eso, es necesario adoptar medidas de adaptación y mitigación que garanticen la supervivencia del sector y el acceso al producto por parte de los consumidores.
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