Una anciana de 92 años que trabajaba como cajera en un supermercado ha podido jubilarse gracias a la solidaridad de miles de personas que se apuntaron a su campaña de ‘crowfunding’ lanzada a través de internet. Han sido miles de donaciones anónimas con las que ha conseguido 76.000 euros para pagar sus deudas de alquiler y completar la pensión de jubilación que tanto necesitaba.
Porque los últimos años trabajando en una cadena de alimentación se convirtieron en un infierno para ella debido a un problema que tenía en la vista. En una entrevista para Chilevisión, reconocía su problema, “necesito jubilarme ya porque mi vista me falla a causa de una degeneración macular”. Ahora ha terminado de pagar las deudas acumuladas por su casa y podrá comprar tanto comida como medicinas sin tener que preocuparse por el dinero.
Se llama Betty Glover y vive en Phoenix (Estados Unidos) y se ha convertido en una pieza más del puzzle de mayores de 75 años que deben regresar al mercado laboral porque sus pensiones de jubilación son demasiado bajas, porque necesitan ayudar a sus hijos o simplemente porque se sienten útiles.
En este caso, tenía un contrato de trabajo con la cadena WinCo y su nieta le dio la idea de comenzar una campaña para recaudar fondos a través de la plataforma GoFundMe. “Me dijo que, con suerte, podría llegar a los 37.000 euros”. Gracias a eso, pagaría el alquiler que debía a su casero y los gastos de farmacia.
La sorpresa llegó al cerrar la campaña
Aunque desde el primer momento se apreciaba cómo los números de esta recaudación de fondos no dejaban de subir, la sorpresa llegó al final cuando se contabilizaron 76.500 euros (82.000 dólares). “Es prácticamente el doble de lo que esperaba”, explicó la anciana. “Soy una bisabuela que tiene 92 años, que trabaja en un supermercado, adoro a mis clientes y a mis compañeros… pero me gustaría poder jubilarme”, explicó para justificar esta campaña de recogida de dinero.
“Lo necesito porque mi vista está fallando, cualquier cantidad que podáis aportar, por pequeña que sea, será bienvenida”, terminó.
Durante la entrevista contó que llevaba décadas trabajando en el mismo establecimiento y que sus jornadas laborales eran muy exigentes, de cuatro días por semana incluso una vez que cumplió los 90 años. Luego, la dejaron reducir la jornada a dos días, pero cobraba menos y por eso no podía dejar de trabajar.
Sus clientes donaron para “que pueda irme de vacaciones”
La jubilada cuenta entre risas cómo algunos de sus clientes hicieron donaciones para “que pueda irme por fin de vacaciones a ver a mi familia”. Su nieta, según cuenta el medio Rogue Valley Times, fue quien la animó a crear la campaña. Gracias a eso, publicó en sus redes sociales en el año 2030 un mensaje muy emotivo:
“Es mi último día trabajando en la caja registradora, gracias a todos por vuestra generosidad y el apoyo”.
Aunque con este dinero podrá cubrir algunos de sus gastos básicos, el medio antes citado explicaba que ahora estaban pendientes de solicitar ayudas sociales, ya que buena parte de la cantidad recaudada se ha ido con el pago de deudas.