La regla del 1 por ciento aparece como otra vía alternativa de ahorro para alejarse de la inflación y la consecuente alza generalizada de precios en productos y servicios básicos del día a día. Rebajada del 10,5% con el que echó el telón al pasado mes de agosto al 9% con el que lo hará en septiembre, ofrece un respiro. Aunque el temporal económico aún no ha capeado.
Según las previsiones del Banco de España o el Banco Central Europeo, la inflación se mantendrá estable hasta finales de 2022, cuando comenzará a enfilar su caída. Por tanto, es debido tomar medidas para minimizar la pérdida de poder adquisitivo consecuente del encarecimiento del coste de vida. Uno de los consejos más extendidos es el de la inversión para generar rentabilidad.
Pero para ello, primero, hay que ahorrar, siendo clave al respecto limitar los gastos hormiga o las compras compulsivas. Esas adquisiciones que se realizan neuróticamente y que, ya sea mayor o menor su importe, acaban siendo prescindibles y pueden acabar echando al traste silenciosamente el presupuesto monitorizado de gastos e ingresos que se recomienda tener.
¿Qué es la regla del 1 por ciento?
El ayuno financiero es una de esas estrategias o reglas que ha popularizado el contexto económico, pero no la única para controlar mejor el dinero que se gasta y amortiguar, de esta manera, las severas consecuencias de la inflación. Como complemento a este ayuno financiero, aparece la regla del 1 por ciento para gastar menos y ahorrar más. ¿Cómo practicarla?
Popularizado por el experto en finanzas personales y autor del podcast ‘My Millennial Money’, Glen James, cuando adquirió por impulso un Apple Watch que no necesitaba, trata de mantener a raya esa compulsión que va en contra de los principios de riesgo mínimo en los que se sustenta la educación financiera.
Su fórmula es simple: si lo que se pretende comprar supera el 1% de tu ingreso bruto anual, se debería esperar un día antes de adquirirlo. De esta manera, se establecerá un límite que quedará configurado mentalmente. Es decir, si se obtiene un sueldo de 30.000 euros brutos anuales, habrá que extremar la precaución con las compras que cuesten más de 250 euros.
Esto se aplicaría, obviamente, en los gastos prescindibles o discrecionales, y no en los básicos, como pudiera ser comida, agua, luz o transporte. No así en objetos que se desean obtener pero no se necesitan, como unos auriculares o un móvil nuevo cuando ya se tienen unos, solo por el hecho de adquirir el de última generación.
Las 24 horas de enfriamiento
Ese periodo de reflexión al que alude James permite realizarse una serie de preguntas que invitan a la reflexión: "¿Realmente necesito esto? ¿Me lo puedo permitir? ¿Lo usaré realmente? ¿Me arrepentiré?". Si pasado ese día se continúa respondiendo afirmativamente a esas cuestiones, se podría proceder a completar esa compra.
Asimismo, James puntualiza que el método no sirve, o lo hace poco, para aquellos con un patrimonio elevado, ya que ese 1% de gasto para un millonario será una cuantía considerable para realizar compras. Un límite, por tanto, más difuso, y que evidencia que es una estrategia personal y dirigida a aquellos con menor poder adquisitivo de base.
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