La experiencia de los jubilados puede ser, sin lugar a dudas, el espejo de los jóvenes que rara vez se miran, pero que guarda verdades universales. En este sentido, un estudio señalaba que las personas mayores tienden a recordar con mayor intensidad los arrepentimientos asociados a lo que no hicieron (“inacción”) y no necesariamente a los errores de acción, lo que refuerza la idea de que muchas de las reflexiones de esta etapa giran en torno a oportunidades perdidas.
William Rossy, youtuber del canal Sprouht ha hablado con las voces más sabias, que son los jubilados mayores de 100 años, los cuales explican cuáles han sido sus mayores errores, los momentos que más marcaron sus vidas y los consejos que darían a su yo joven.
Rossy, es conocido por sus entrevistas a personas mayores en distintas partes del mundo, logra en esta ocasión reunir testimonios de quienes vivieron dos guerras, pérdidas irreparables y también grandes alegrías. La protagonista, una mujer de 107 años, responde cuando se le pregunta por sus mayores errores: “Could have, would have, should have… it’s over”. “Podría, debería, habría… pero ya pasó”, dice. Su frase encierra esa aceptación que solo llega con el tiempo.
“Creo que la mejor vida que puedes tener es la que no se pasa pensando en lo que podrías haber hecho. Simplemente, sigues adelante”, resume.
“No todos volvimos a casa por Navidad”
Otro de los entrevistados es un jubilado veterano de la Segunda Guerra Mundial que recuerda con voz temblorosa cómo fue despedirse de su familia antes de ir al frente. “Mi madre me abrazó y solo dijo: ‘Ten cuidado, Billy’. No dijimos adiós”, cuenta. “No todos volvimos a casa por Navidad. Fui prisionero durante cuatro años. Cuando regresé, ya no era el mismo. Aprendí a no mostrar emociones, a sobrevivir sin sentir”.
Sus palabras y expresión muestra el trauma de toda una generación que vivió el horror de la guerra y que, pese al paso del tiempo, sigue sintiendo las cicatrices. “Dicen que somos héroes, pero los verdaderos héroes son los que se quedaron allí”, afirma con humildad.
Otros participantes recuerdan el fin del conflicto con una mezcla de alivio y cansancio. “Cuando dijeron que íbamos a Japón, pensé que nunca volvería a casa. Pero cuando todo terminó y arrojamos los sombreros al aire, supe que la vida continuaba. Solo quería una cerveza y paz”.
“Mi marido murió de repente, y yo tuve que seguir”
Las historias personales se entrelazan con las de amor y pérdida. Una mujer de 105 años cuenta entre risas y lágrimas: “Estuve casada casi 60 años. Peleábamos, hablábamos, dormíamos en la misma cama y, al final del día, seguíamos juntos. No hay secreto, solo paciencia y cariño”.
Otra entrevistada recuerda cómo su marido le pidió el divorcio después de 46 años de matrimonio. “Pensé que mi vida se había acabado”, confiesa. “Pero un año después le escribí una carta: ‘Gracias por devolverme mi libertad’. Fue cuando me redescubrí. Ya no era solo esposa, era yo misma”.
Entre las lecciones más duras, una madre que perdió a su hijo por suicidio reflexiona: “Si hubiera sabido entonces lo que sé hoy, tal vez las cosas habrían sido distintas. Pero es inútil vivir en el ‘si hubiera’. La vida es eso: errores y lecciones”.
“No te cases tan joven, y no te preocupes tanto”
Cuando se les pregunta qué cambiarían si pudieran volver atrás, la mayoría coincide: habrían esperado más antes de casarse o tomado las decisiones con menos prisa. “Me casé a los 19. ¿Cuál era la prisa?”, se pregunta una de las mujeres. “Con 25 crees que lo sabes todo, pero apenas estás empezando a vivir”.
Otros se arrepienten de no haber aprovechado mejor el tiempo: “Debí viajar más, disfrutar más. Uno siempre espera el momento perfecto, y nunca llega”, dice un hombre de 101 años.
Aun así, la mayoría asegura no tener grandes arrepentimientos. “Traté a todos como me gustaría ser tratado. He tenido una buena vida. La clave está en no pensar solo en uno mismo”, resume otro entrevistado.
En el cierre del vídeo, William Rossy les plantea una pregunta directa: “¿Y si tienes 25 o 40 años y crees que ya es tarde para empezar de nuevo?”. La respuesta es unánime: “It’s never too late”. “Nunca es demasiado tarde”, repiten con una sonrisa.
La mujer de 107 años, que aún camina sin ayuda y disfruta de una copa de martini de vez en cuando, lo resume con sencillez: “Disfruta de la vida mientras puedas. Haz ejercicio, habla con la gente, crea algo con tus manos. Yo hago mis esculturas y eso me mantiene viva. No hay secreto, solo ganas de seguir adelante”.
La entrevista termina con una reflexión que es, al mismo tiempo, un recordatorio y es, que el tiempo no se detiene, pero la actitud sí puede cambiarlo todo. “Lo que tienes hoy, la energía, el corazón latiendo, las oportunidades de cada día, son el sueño de alguien que ya no puede tenerlo”.

