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Una jubilada de 107 años habla claro: “Mi madre murió cuando tenía un año y cuando pierdes a tu novio y a tus hijos te das cuenta de lo que importa en la vida”

La centenaria y superviviente de la Segunda Guerra Mundial explica cuáles han sido sus mayores de errores y da los mejores consejos.

Rhysa Iglefeld explica cómo fue su vida tras perder a su madre con un año y a su novio y sus dos hijos
Rhysa Iglefeld explica como fue su vida tras perder a su madre con un año y a su novio y sus dos hijos |Sprouht | YouTube
Francisco Miralles
Fecha de actualización:
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Cumplir años nos hace más viejos, pero también más sabios y sobre todo, nos enseña a aprender de nuestros errores. Así, al superar la barrera de los 100 años, se puede decir que hemos acumulado una gran experiencia de aciertos y, también, errores. En este sentido, y a sus 107 años y medio, Rhysa Iglefeld no solo es una de las personas más longevas del planeta, sino también una voz lúcida que ha visto pasar guerras, pérdidas y un siglo de cambios.

En una entrevista con William Rossy, del canal en YouTube Sprouht, la maestra retirada y pianista reflexiona sobre cuáles han sido los errores de su vida y la importancia de mantener una actitud positiva, incluso en los momentos más oscuros. “He vivido muchas cosas malas, pero decidí seguir siendo positiva. Eso me salvó”, afirma con convicción.

Rhysa nació en 1917 en Viena, en el seno de una familia judía. “Mi madre murió cuando tenía un año, y mi madrastra era muy dura conmigo”, recuerda. Su infancia no fue fácil, y su juventud la marcó el ascenso del nazismo. “Estaba en constante peligro. Los nazis venían a donde estábamos alineados y decían: ‘Vamos a hacerles cosas terribles’.” Finalmente, su padre fue llevado a un campo de concentración. “No lo volví a ver hasta muchos años después, cuando logró escapar y vivía en Nueva York”, relata con voz serena.

“Mi mayor logro fue decirle a mi marido que se fuera al infierno”

De carácter fuerte y sentido del humor intacto, Rhysa no teme reconocer sus decisiones más difíciles. Una de las que recuerda es cuando William Rossy le pregunta por su mayor logro, ella no duda: “Le dije a mi marido que se fuera al infierno. Ese fue mi mayor logro.”

Casada en 1948, su relación estuvo marcada por la convivencia y el deterioro mental de su esposo. “Un día me lanzó su andador para matarme. Ahí terminó nuestro matrimonio”, confiesa sin dramatismo.

Años después, encontró el amor verdadero. “Tuve un novio, el amor de mi vida. Nos quisimos con un amor del 100%, muy real, de los dos lados.” Al preguntarle si cree que es mejor que los padres permanezcan juntos por los hijos, su respuesta sorprende: “Es más fácil cuando están divorciados. Si se separan, ya no hay conflictos.”

“Ser positiva me salvó la vida”

Tras la guerra, Rhysa rehizo su vida en Estados Unidos y trabajó como maestra de preescolar. “Uno de mis antiguos alumnos es ahora presentador del tiempo. Cuando lo veo en televisión, todavía recuerdo al niño dulce que era.”

Lo que enseñaba iba más allá de los libros: “Les enseñé a ser positivos y a amar, nunca a odiar.” Cuando perdió a su novio y a sus dos hijos, encontró refugio en la música y el pensamiento optimista. “Cuando pierdes a las personas que te importan, te das cuenta de la vida. Podría haberme hundido, pero decidí contar mis bendiciones. Qué suerte tuve de haberlos tenido en mi vida”.

Cada día toca el piano durante una hora y pedalea en su bicicleta estática: “Eso me da felicidad. Me mantiene viva”.

“Los jóvenes lloran, exigen y no dan nada”

Preguntada por los jóvenes de hoy, Rhysa no se muerde la lengua: “Esperan demasiado de la vida. Lloran, se quejan, exigen todo y no dan nada”. Su receta es simple: “Deberían trabajar, ganarse la vida, ahorrar una parte y gastar otra”.

También reflexiona sobre lo que considera una “vida plena”: “Primero, pensar en positivo. Y luego, rodearte de amigos que también piensen en positivo. No hace falta nada más”.

Su lema vital podría ser el mismo que cantó en su fiesta de los 100 años: “Disfrútate, eres más joven de lo que crees. Mientras estés en el lienzo, la vida pasa tan rápido como un guiño”. Con más de un siglo a sus espaldas, Rhysa resume su sabiduría con una sonrisa: “Pensar en positivo es la única forma de sobrevivir. La alegría es lo que mantiene el cuerpo y la piel jóvenes”.