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La megaconstrucción submarina más larga y profunda del mundo con un intercambiador a 250 metros de profundidad en el proyecto más complejo de la historia

Noruega trabaja día y noche en el túnel Rogfast para completar en 2033 la vía que jubilará a los ferris conectando islas y continente bajo el mar.

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Simulación del tunel submarino más largo y profundo del mundo |Gemini
Francisco Miralles
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Noruega está trabajando las 24 horas del día para llevar a cabo una de las construcciones más desafiantes e impresionantes de toda la historia: el Rogfast, el túnel de carretera submarino más largo y profundo del planeta. Este contará con una longitud de 26,7 kilómetros y llegará a estar a una profundidad máxima de 392 metros bajo el nivel del mar. Lo más increíble es que esta “megaconstrucción” pasará por el fiordo de Boknafjord para así unir Randaberg y Bokn. De esta forma, no será necesario el uso de ferris y se podrá conectar vía carretera el continente europeo con las islas noruegas.

Este megaproyecto de ingeniería es la pieza más compleja y vital de la futura autopista E39, una ruta estratégica de 1.100 kilómetros que aspira a unir el sur y el norte del país eliminando las barreras marítimas. De todo el plan, el Rogfast es el “rey”, ya que gracias a sus dos tubos gemelos de circulación unidireccional, reducirá el trayecto actual a solo 35 minutos.

Para entenderlo mejor, estamos hablando de una obra que ha costado más de 20.600 millones de coronas noruegas (unos 1.750 millones de euros) y que, tras superar varios obstáculos y pausas, ha vuelto a coger ritmo con el objetivo de abrirse al tráfico en 2031. Cabe destacar que estas pausas se debieron a que tuvieron que rehacer los cálculos, obligando al Parlamento noruego a aprobar un nuevo presupuesto revisado al alza.

Pero más allá de las cifras y los retrasos, lo que realmente convierte a Rogfast en una obra de ciencia ficción es lo que esconde en su “corazón”. Justo a mitad de trayecto, a una presión aplastante de 250 metros de profundidad, los ingenieros están esculpiendo un intercambiador subterráneo sin precedentes.

Para visualizarlo, imagínalo como una inmensa espiral de hormigón y roca, donde una serie de rampas helicoidales permitirán a los conductores “ascender” desde el abismo hacia la superficie de la pequeña isla de Kvitsøy. Es decir, no podemos imaginarlo como el típico túnel por el que pasamos, sino más bien como una compleja catedral subterránea que cuenta con sus propias salidas y entradas en el entorno más hostil imaginable.

El túnel estará listo en 2031

Para que esta estructura no colapse ante esa inmensa presión, la fuerza bruta de la dinamita se ha tenido que aliar con algo mucho más sutil, siendo este un “cerebro digital”. De esta forma, a casi 400 metros de profundidad y donde no hay margen para el error, los ingenieros han tenido que excavar y hacer voladuras metro a metro en tiempo real ayudándose de sistemas de inteligencia 3D. Es como montar un puzle tecnológico inverso que permite a los ingenieros 'ver' a través de la roca madre, anticipando grietas y filtraciones antes de que ocurran para garantizar la seguridad de quienes trabajan en las entrañas del fiordo.

El resultado final de este titánico esfuerzo reescribirá la geografía noruega. Cuando el túnel abra sus compuertas (con la vista puesta en 2031 para el tráfico y 2033 para la operatividad total) se habrán extraído diez millones de metros cúbicos de roca, una cantidad colosal que, lejos de desecharse, se está usando para ganar terreno al mar en la costa. Rogfast no será solo una carretera, será la prueba de que la ingeniería moderna puede convertir un obstáculo natural insalvable en un simple trayecto de 35 minutos.

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