Romper con el camino marcado una vez comienzas los estudios suele estar mal visto en España, donde la presión por seguir la ruta correcta es casi una obligación y salirse de ello supone enfrentarse al juicio de los demás. Mientras miles de jóvenes invierten años en oposiciones soñando con el “trabajo para toda la vida”, Abril, de 24 años, ha dado el paso que muchos no se atreven: “Hace 3 meses que dejé la oposición y es la mejor decisión que he tomado en mi vida”, celebra.
En un vídeo en sus redes sociales (@abrilroaders), la joven habla de la otra cara de opositar: la ansiedad, la presión del entorno y el miedo a lo que piensen los demás. Dejar la oposición a mitad de camino no solo implica renunciar a la plaza, también significa desafiar la presión social y familiar que empuja a miles de jóvenes a aguantar, pase lo que pase.
“Nadie te habla de qué pasa cuando dejas una oposición, el miedo que te da a ti dejarla como el miedo a lo que piensen los demás de ti a tu alrededor”, resume. Su historia no es la de una “fracasada”, sino la de alguien que deja de vivir para contentar a los demás.
El espejismo del trabajo seguro
Abril estudió Relaciones Laborales y Recursos Humanos y, al acabar la carrera, se topó con la típica encrucijada: “Lo que se espera de ti es o que te metas a trabajar o que te pongas a opositar”. La ocasión llegó cuando la Seguridad Social sacó plazas tras 30 años. “Me dijeron: ‘Métete, que es tu oportunidad’”. Sin pensárselo demasiado, se lanzó a estudiar.
Su experiencia fue una mezcla de incertidumbre, presión y falta de motivación: “No se sabía si finalmente iba a haber examen o si no iba a haber. Empecé a estudiar sin temario porque literalmente nadie sabía qué entraba dentro del examen”. Y pasaron meses de esfuerzo que no la llevaron donde quería. “No me veía ahí porque no me gusta nada”, admite.
La presión de no decepcionar
“Todo el mundo espera que esté estudiando y que llegue, llegue, llegue. Al mismo tiempo es como que necesito descansar y relajarme para ver qué me gusta”, explica. Por eso, Abril reconoce la importancia de tener un respaldo: “Contar con un entorno que te apoye es lo más importante”.
El momento clave llegó sin grandes dramas. “Un día en el sofá dije: ‘Hasta aquí hemos llegado’. Le dije a mis padres, ‘dejo la oposición definitivamente’”. El desenlace no fue el que la mayoría teme: “El mundo siguió girando, las flores siguieron saliendo, no hubo una destrucción mundial. Yo me sentí tan relajada”, explica.
“El dinero no cae del cielo, obviamente, pero lo importante es que te veas haciendo algo que te guste”.
Abril reconoce que poder tomar esa decisión depende de la situación personal de cada uno: “Yo ahora mismo hablo desde una situación privilegiada: 24 años y vivo en casa con mis padres”.
De la Seguridad Social al marketing
Tras cerrar definitivamente la etapa de la oposición en mayo, Abril no se quedó de brazos cruzados. Aprovechó el mes de junio para explorar el terreno que realmente le atraía: el marketing y las redes sociales. Empezó a formarse por su cuenta, hizo contactos y buscó oportunidades en un sector donde ya había hecho algunos trabajos puntuales. Su objetivo era encontrar una empresa donde pudiera crecer y poner en práctica lo que de verdad le gustaba.
El salto fue mucho más rápido de lo que esperaba. El 1 de julio empezó a trabajar en una agencia de publicidad y marketing, dejando atrás definitivamente el temario y las largas jornadas de estudio. Ahora, dos meses después, no tiene dudas sobre su elección: “A día de hoy, 2 de septiembre, estoy supercontenta. La mejor decisión que he podido tomar en mi vida”, asegura.
“Ve a por ello”
El vídeo de Abril es un alegato para quienes no se atreven a dejar lo que no les motiva: “Si hay algo, algo mínimo que te motiva, ve a por ello por mucho que la gente te diga que estás loca”. Y lanza una advertencia: “Que lo último que te frene en esta vida sea lo que vayan a opinar los demás”.
Dejar una oposición no es el final. Para algunos, puede ser el principio de hacer, por fin, lo que quieren.

