Después de toda una vida trabajando, lo esperable es que, nada más alcanzar la edad de jubilación ordinaria, se opte por jubilarse y disfrutar los años que quedan como siempre hemos querido, practicando hobbies como viajar. Sin embargo, ese final no es siempre para todos y la historia de Sandy McConnell, de 80 años, lo ejemplifica a la perfección.
A pesar de su avanzada edad, esta mujer de Nevada sigue trabajando como especialista en cuentas a tiempo completo, por un salario de 50.000 dólares anuales (alrededor de 42.800 euros). Con un sueldo así, cualquiera podría pensar que es millonaria, teniendo en cuenta que empezó a trabajar a los 16 años, pero lo cierto es que solo tiene 37 dólares (sobre 31 euros) en su cuenta de ahorros. El motivo principal es una serie de deudas que contrajo, sumado a varios sucesos familiares en los que tuvo que arrimar el hombro aunque se quedara sin nada.
“A veces me entristece que personas como yo sigamos trabajando hasta tan tarde en la vida, ya sea porque no supimos administrar mejor nuestro dinero, porque nunca nos enseñaron a hacerlo o porque tuvimos circunstancias que nos impidieron alcanzar nuestros objetivos financieros”, relata para Business Insider.
En el citado medio, añade que se quedó soltera en 1997, por lo que ha tenido que enfrentar todos los gastos y la crianza de sus hijos sola: “tengo que pagar la hipoteca, el coche y una elevada deuda de la tarjeta de crédito”. Al igual que se equivocó al no inscribirse en el plan de jubilación de su empresa: “me pareció una tontería; necesito el dinero ahora, no dentro de diez años”, pensó.
Su marido la abandonó junto a sus hijos pequeños
Sandy lleva trabajando desde los 16 años, cuando logró su primer empleo como cajera, a tiempo parcial. En 1963 tuvo a su primer hijo y, por entonces, se encontraba trabajando ya a tiempo completo, mientras su marido se encontraba en la Marina. Cuanto este volvió, según cuenta, se volvió a quedar embarazada, y a lo largo de esa década, tuvo varios trabajos como encargada de cuentas y cobros.
Fue en 1971 cuanto tuvo a su último hijo, momento en que su marido los abandonó, dejándola sola con los cinco niños pequeños. Ni siquiera le llegó a pagar una pensión alimenticia, razón por la que expresa que siempre ha estado “muy apurada” económicamente. A raíz del Covid, la situación empeoró aún más, y es que perdió su trabajo, por lo que tuvo que declararse en quiebra.
“Siempre he vivido al día y nunca he tenido muchos ahorros”
Además de todo lo anterior, Andy cuenta a ‘Business Insider’ que en varias ocasiones ha tenido que ayudar a familiares a salir adelante, como en 2001 cuando tenía a 13 familiares viviendo con ella. Por ello, tuvo que declararse en quiebra en 2004, volviendo a hacerlo como se explicaba en 2021, debido a su pérdida de empleo por la pandemia. Asimismo, ha tenido que ayudar a varios de sus hijos en distintos episodios de su vida.
Ahora, a sus 80 años, sigue necesitando trabajar. “En parte es por motivos económicos, y en parte porque me aburriría; si no tienes dinero para hacer nada, ¿qué vas a hacer? Tu casa solo se puede limpiar hasta cierto punto”, confiesa al citado medio.
Actualmente trabaja desde casa, asegurando que su empresa le permite tomarse días de descanso cuando lo necesita. Aparte de su salario, también recibe 1.784 dólares al mes de la Seguridad Social, afirmando que no es suficiente para poder jubilarse: “eso no va a suceder”, matiza. Su deuda actual, incluyendo todo excepto su casa, ronda los 70.000 dólares. “Intento pagarlas cada mes, pero siempre surge algo y acabo gastando mi dinero en otra cosa. Cada mes ingreso dinero en mi cuenta bancaria, pero ahora mismo solo tengo 37 dólares en mi cuenta de ahorros”, explica.
“Me conformo con lo que tengo”
Aunque se encuentra en una situación complicada, Sandy asegura que se siente “afortunada” y “me conformo con lo que tengo”, disfrutando de la vida que tiene. En este sentido, le gusta visitar a sus nietos y demás familiares, pasear a sus perros y comer con antiguos compañeros de trabajo. “Vamos a un restaurante asequible y hablamos, lloramos, reímos y recordamos los buenos momentos que pasamos en el trabajo”.
Todas las noches reconoce que se conecta a internet y juega al póquer en línea, aunque señala que no lo hace “por dinero”, aunque paga una cuota mensual de 40 dólares para mantener este ‘hobby’. A pesar de ello, afirma que no gasta mucho: “me gusta comprar en tiendas de gangas y solo compro cosas a precios razonables. No como mucho y me basta con sándwiches de mantequilla de cacahuete”, añadiendo que gasta entre 120 y 150 dólares al mes en el supermercado y otros 100 en productos de primera necesidad, como papel higiénico. “Puedo poner 5 dólares en mi cartera y me duran para siempre”, concluye.

