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Tomeu Clar, dueño de siete gasolineras: “De cada litro de gasolina apenas nos quedan entre 10 y 25 céntimos, el resto se lo lleva el Estado y la materia prima”

El empresario explica la rentabilidad de un negocio que le llega a generar hasta 20 millones de euros de facturación.

Tomeu Clar
Tomeu Clar, dueño de siete gasolineras: “De cada litro de gasolina apenas nos quedan entre 10 y 25 céntimos, el resto se lo lleva el Estado y la materia prima” |YouTube
Francisco Miralles
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En España, siempre hemos pensado que el que tiene una gasolinera o un estanco tiene un negocio con una rentabilidad muy alta, es decir, que gana mucho dinero en comparación con la inversión y los gastos que hay que asumir. Pero, nada más lejos de la realidad, ya que se trata de un sector con márgenes reducidos, que exige una gestión constante y una dedicación diaria para que sea viable.

En este sentido, el influencer Adrián G.Martin ha realizado una entrevista a Tomeu Clar, el cual dirige un grupo familiar que cuenta con siete gasolineras, una empresa distribuidora de gasóleos a domicilio y acuerdos con grandes marcas como Cepsa y Carrefour. En esta entrevista desvela los secretos de la rentabilidad de las gasolineras, cuánto se gana por cada litro de combustible y cómo el negocio se ha transformado en centros multiservicio con tiendas, cafeterías y ahora, estaciones de servicio para coches eléctricos.

De cada litro de gasolina el margen bruto es de entre 10 y 25 céntimos. Si un cliente paga 1,70 euros, más de la mitad se va directamente en impuestos”, explica. Con unas ventas anuales de más de 15 millones de litros, su grupo factura alrededor de 20 millones de euros al año, aunque insiste en que la clave no es la rentabilidad por litro, sino el volumen.

“De una estación en 1962 a siete gasolineras con 60 empleados”

Clar recuerda las dificultades que ha supuesto expandirse en un sector tan regulado. Solo las licencias administrativas pueden demorarse entre cuatro y cinco años, y los márgenes reducidos obligan a trabajar con grandes volúmenes. Hoy, su plantilla suma unas 60 personas.

El modelo de expansión se divide en dos. Por un lado, están las estaciones en propiedad y, por otro, las que funcionan bajo la gestión de petroleras. En su caso, mantienen la propiedad de cuatro gasolineras, algo poco habitual en un mercado dominado por contratos de gestión.

Los servicios también se han diversificado. Además del repostaje, han incorporado lavados de coche, tiendas Carrefour Express, placas solares para reducir costes, y corners de café. En una de sus estaciones ya han probado incluso abrir 24 horas con pago automático, lo que les ha permitido aumentar ingresos sin disparar el gasto en personal.

Un negocio con márgenes pequeños

Aunque la cifra de negocio impresiona y las cuentas son públicas (con una facturación cercana a los 20 millones de euros), Clar insiste en que se trata de un negocio con rentabilidad ajustada. “Entre el 8% y el 10% de la facturación total. De cada litro vendido, alrededor del 55% son impuestos, un 30% corresponde al coste de la materia prima y el resto se reparte entre distribución y beneficio”, explica.

El mayor gasto, reconoce, es el personal. “Tenemos una plantilla de unas 60 personas y nunca hemos dejado de pagar una nómina desde 1962”, señala con orgullo.

Además del combustible, su empresa distribuye gasóleo bonificado para agricultores (B) y gasóleo de calefacción (C) en toda Mallorca a través de una compañía propia, Balear Oil. También han incorporado el depósito de AdBlue, un aditivo obligatorio en motores diésel modernos para reducir emisiones contaminantes.

El beneficio para el consumidor de tener un supermercado dentro de la gasolinera

Sobre la incorporación de supermercados dentro de las estaciones de servicio, Clar explica que, en su caso, las tiendas Carrefour Express representan entre un 6% y un 6,5% de la facturación total, una cifra nada desdeñable en un negocio donde cada céntimo cuenta. Este modelo permite diversificar ingresos más allá del combustible y aportar estabilidad a las cuentas.

El empresario recuerda que hace años existía la percepción de que comprar en una gasolinera era más caro. “Antes, una simple botella de refresco podía costar mucho más que en un supermercado. Ahora eso ha cambiado completamente gracias a acuerdos con grandes cadenas, que garantizan precios competitivos y una oferta atractiva”, señala.

Para el consumidor, el beneficio es doble: comodidad y precio justo. El cliente ya no solo acude a repostar, sino que puede resolver una compra rápida con la tranquilidad de pagar lo mismo que en cualquier otro establecimiento Carrefour. De este modo, la gasolinera deja de ser un simple punto de carga de combustible para convertirse en un espacio multifuncional, donde repostar, comprar, tomar un café o incluso lavar el coche forman parte de una experiencia integrada.

El futuro del hidrógeno a las suscripciones

De cara a los próximos años, Clar lo tiene claro y las gasolineras ya no pueden ser solo puntos de repostaje. Su apuesta pasa por la carga eléctrica rápida, el hidrógeno verde y nuevos servicios complementarios como lavanderías o dispensadores de comida rápida.

“Las estaciones deben convertirse en auténticos centros de servicio. Queremos que el cliente pueda repostar, lavar su coche, comprar en la tienda o incluso cargar con hidrógeno en el futuro”, explica.

En este proceso, asegura que el respaldo de una gran marca es clave: “Cepsa nos da seguridad. Si mañana necesito carga eléctrica o hidrógeno, sé que lo tendré”.

Lo que empezó con la visión de un abuelo en los años 60 es hoy un grupo que factura millones y da empleo a decenas de personas, aunque con márgenes que obligan a innovar y buscar ingresos adicionales. “Si mi abuelo viera lo que hemos convertido una gasolinera hoy en día, no se lo creería”, termina Clar en la entrevista a Adrian G. Martín.