Logo de Huffpost

Miguel Payeras, dueño de un estanco: “De cada cajetilla de tabaco nos quedan apenas 20 céntimos netos, aunque facturemos millones”

El estanquero mallorquín desvela la realidad económica de un negocio que mueve entre 1 y 2 millones de euros de media, pero con márgenes reducidos y fuertes cargas fiscales.

Miguel Payeras, dueño de un estanco
Miguel Payeras, dueño de un estanco: “De cada cajetilla de tabaco nos quedan apenas 20 céntimos netos, aunque facturemos millones” |YouTube
Francisco Miralles
Fecha de actualización:
whatsapp icon
linkedin icon
telegram icon

En España, siempre se ha pensado que los estancos son negocios de oro, con ingresos fáciles y una rentabilidad garantizada. Pero, la realidad es muy distinta, ya que los márgenes son mínimos, hay control férreo del Estado y licencias que pueden llegar a los 400.000 euros y que caducan, por lo que los estanqueros deben trabajar día a día para que su negocio sea viable y rentable.

En este sentido, el influencer Adrián G. Martín ha publicado en su canal de YouTube una entrevista a Miguel Payeras, propietario de un estanco en Mallorca, que explica con detalle cómo funciona este negocio. Además, explica cuáles son los beneficios que genera y cuánto se gana cada cajetilla de tabaco que vende.

“El precio medio de una cajetilla es de unos 5 euros, pero al estanquero le quedan 42 céntimos brutos, de los que tras impuestos y gastos apenas se convierten en 20 céntimos netos”, asegura. Aun así, la facturación media de un estanco ronda entre uno y dos millones de euros, aunque algunos alcanzan cifras de hasta 8 millones al año.

Para entenderlo mejor, podemos decir, que del precio de una cajetilla de tabaco, el margen de beneficio que tiene una expendeduría ronda el 8,5%, lo que deja unas ganancias de unos 0,46 euros por paquete. Una vez descontado este margen, casi el resto del importe de la cajetilla se lo lleva el Estado, ya que los impuestos sobre el tabaco son altos. Esto supone que el Estado se queda con casi el 80% de la recaudación, que serían varios euros del total de la cajetilla, mientras que la tabacalera y el propio estanco se reparten la parte restante.

“Una licencia puede costar entre 200.000 y 400.000 euros y dura 25 años”

Uno de los aspectos más desconocidos de este negocio es el acceso a la licencia. “Para abrir un estanco es necesario ser español, no tener antecedentes y comprar una licencia en subasta pública”, explica Payeras.

El precio depende directamente de la facturación del local. “Si un estanco factura un millón de euros, la licencia ronda los 200.000 euros. Si factura dos millones, puede subir a 400.000 o más”. Estas licencias tienen una duración de 25 años y, según la normativa, deberían volver a salir a subasta una vez finalizado el periodo, aunque actualmente existe incertidumbre sobre qué pasará cuando empiecen a caducar.

En su caso, Payeras señala que la inversión inicial puede tardar entre cinco y seis años en recuperarse, siempre que se gestione con cuidado. “Aunque suene que facturas un millón, al final, después de gastos, alquiler y personal, pueden quedarte apenas 30.000 euros limpios al año”.

Los salarios

Uno de los grandes condicionantes del negocio es el coste laboral. Según Payeras, contratar a un trabajador en un estanco supone alrededor de 24.000 euros al año, una cifra a tener en cuenta si se tiene en cuenta que los márgenes son muy estrechos.

A esto se suman otros gastos fijos como el alquiler del local, la cuota de autónomos, suministros, seguros y mantenimiento. “Si de un millón de euros facturado te quedan unos 85.000 brutos, solo con un empleado ya se restan más de 24.000. Después de pagar alquiler y otros costes, el beneficio real del estanquero se queda en torno a los 30.000 euros anuales”, explica.

Esto desmonta la creencia de que los estanqueros se enriquecen con facilidad. Al contrario, el negocio requiere un control estricto de la tesorería y ajustar al máximo los gastos para que sea rentable a medio y largo plazo.

Máquinas de tabaco, vapers y nuevas oportunidades de negocio

Más allá de la venta en el propio local, otra vía de ingresos son las máquinas de tabaco en bares, discotecas y hoteles. Para instalarlas, el dueño del local debe tramitar una licencia de tres años y vincularla a uno de los tres estancos más cercanos. “El bar se queda con unos 15 céntimos por cajetilla, mientras que el estanquero mantiene su margen habitual”, explica.

En los últimos años, los vapers han ganado terreno. Según Payeras, su rentabilidad es muy superior a la del tabaco tradicional, ya que se compran por unos 4 euros y se venden por 10, 14 o incluso 20 euros. “Hoy en día representan alrededor del 25% de la facturación del estanco, y hay quienes montan máquinas expendedoras exclusivas de vapers”, señala.

En cuanto al futuro, el estanquero apunta a un posible cambio radical si la marihuana se legaliza en España, algo que ya estudian países como Alemania. “Si ocurre, la gran incógnita será si se venderá en estancos o en farmacias”.

Un negocio regulado al milímetro

El tabaco es uno de los productos más controlados en España, ya que existe un sistema de trazabilidad para conocer en todo momento el recorrido de cada cajetilla, fuertes sanciones si se incumplen las normas (con multas de hasta 12.000 euros), y una prohibición absoluta de publicidad o promociones no autorizadas.

Aun así, sigue existiendo contrabando. “Me han llegado a ofrecer tabaco con sello español a 1 euro por cajetilla”, reconoce Payeras. Aunque asegura que en Baleares es menos frecuente, en otras zonas de España continúa siendo un problema.

Según Payeras, el tabaco tradicional irá perdiendo terreno frente a los vapers y otros dispositivos de nicotina. Además, imagina un modelo de estancos que diversifique servicios, como ya ocurre con los estancos que ofrecen recargas de tarjetas, papelería o incluso juegos de la ONCE.

“La gente se gasta mucho dinero en rascas de la ONCE, aunque nuestro margen apenas es del 4%”, explica. Lo que parece claro es que el estanco del futuro será mucho más que un punto de venta de tabaco: un negocio multiservicio que combine tradición con nuevas oportunidades en un sector cada vez más regulado y competitivo.