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Matteo (33 años), de trabajar 14 horas diarias a ser empresario en Filipinas: “aquí no hay necesidad de trabajar demasiado, se puede vivir con poco. Me levanto feliz”

Antes era camarero y ahora tiene dos restaurantes con 22 trabajadores a su cargo. La inversión para abrirlo, solo fueron 4.000 euros.

Matteo, en Filipinas
Matteo (33 años), de trabajar 14 horas diarias a ser empresario en Filipinas: “aquí no hay necesidad de trabajar demasiado, se puede vivir con poco. Me levanto feliz” |Página de Facebook 'Vivere nelle Filippine 2'
Esperanza Murcia
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Algunas personas toman la decisión de romper con todo e irse muy lejos a construir una nueva vivida desde cero. Hoy por hoy, uno de los motivos principales es la precariedad laboral y la sensación de estancamiento, ese sentimiento de que, por muchas horas de trabajo, no se va a llegar a nada más, con la frustración de sentir que se escapa la vida sin realmente vivirla.

Es lo que le pasó a Matteo Saletta, un italiano que, cansado de trabajar 14 horas al día en Milán, se cruzó medio mundo hasta aterrizar en Filipinas. Allí, ahora es empresario y, sobre todo, como él mismo reconoce al diario ‘la Repubblica’, feliz. Ha pasado de camarero a empresario y actualmente, cuenta con 2 restaurantes y 22 trabajadores a su cargo, preparando platos que han conquistado a los locales como chuletas, pizza y sus platos de pasta carbonara y amatriciana.

Hace 6 años que comenzó esa aventura y, en el citado medio, relata cómo empezó todo: “Trabajaba 14 horas al día, por la mañana en una cafetería donde preparaba bocadillos de 10 a 14, y luego en un bar restaurante hasta la noche. Con dos trabajos ganaba 1.800 euros al mes. Entre los gastos y el resto, al final no me quedaba nada. Ni siquiera un poco de tiempo libre. No era feliz, no era justo”, explica el joven.

Una tarde, frente al restaurante donde trabajaba, pasó Jonie, una joven filipina que acabó convirtiéndose en su pareja. “Me hablaba de su país, un país en vías de desarrollo, y se nos ocurrió la idea de intentar cambiar de vida”. Así, tras dos años de proyectos, decidieron intentarlo, y con una inversión pequeña de 2.000 euros abrieron una pequeña ‘cotoletteria’, nombre por el que se conoce a los locales donde sirven ‘cotoletta alla milanese’, un filete de ternera rebozado y frito típico de la cocina milanesa.

Abre un restaurante con solo 4.000 euros

Según cuenta Matteo, en un principio, solo hacían este plato, que vendían por un euro el filete. El local era pequeño, con solo 10 asientos, y sus clientes eran estudiantes. “Los primeros días el local estaba vacío, pero luego, gracias al boca a boca, se llenó. Sin embargo, no era un negocio muy rentable, ganábamos 40 euros al día. A cambio, nos dimos cuenta de que las chuletas gustan mucho en Filipinas”, relata el joven.

Por ello, decidieron trasladarse a otra zona, justo donde habían alquilado una casa, en Silang, al sur de Manila. Allí abrieron un restaurante un poco más grande, invirtiendo 4.000 euros. A pesar de que, en esta época, llegó la pandemia, consiguieron seguir trabajando con el servicio de entrega a domicilio, llevando chuletas a todas las casas y haciéndose un nombre.

Con el fin de la pandemia, y la reapertura de restaurante, el suyo se llenó inmediatamente. Tanto fue el éxito que, dos años después, decidieron abrir un segundo local en una zona más turística, en Tagaytay, cerca del monte Taal, donde reside un volcán con un pequeño lago en el centro, que se encuentra dentro de un lago volcánico más grande, en la isla de Luzón.

Asimismo, la pareja, que ya está casada, se hizo cargo de una casita de campo, que han destinado al alquiler turístico. Por último, Matteo también cuenta con un canal de Facebook donde muestra su día a día en Filipinas. “Tenemos éxito porque somos una pareja auténtica, y ahora también hemos rescatado a un cachorro, un perrito que se ha convertido en parte de la familia. Muchos me escriben diciendo que no pueden viajar, pero que ver nuestra vida cotidiana es como hacerlo”, afirmaba el joven.

“No hay necesidad de trabajar demasiado, porque se puede vivir con poco. Tengo más tiempo para viajar y para mí mismo”

En cuanto a su cambio de vida, Matteo considera que ya ha logrado integrarse. “Al principio, en Silang, que es un lugar menos turístico, yo era uno de los primeros extranjeros. En la calle, la gente te mira fijamente, sienten curiosidad, te ven guapo, te admiran. Pero, en cierto modo, nos parecemos porque este es un país católico, a diferencia de otros países asiáticos”, explica.

Además, al contrario de los que muchos podrían pensar, asegura que el idioma no ha sido un problema: “Aquí todo el mundo sabe inglés. Y además estoy empezando a hablar un poco el idioma local”. Sobre Italia, asegura que la echa de menos y que intenta volver de vacaciones cada vez que puede, algo que no es difícil porque en Filipinas tiene mucho más tiempo libre.

“Aquí la vida es sencilla, no hay necesidad de trabajar demasiado, porque se puede vivir con poco. Tengo más tiempo para viajar y para mí mismo. Por la mañana me levanto feliz, mientras que en Italia seguiría trabajando de camarero. Se lo digo de corazón: intenten cambiar, cada uno de nosotros esconde algún talento secreto, una joya oculta, como el lago en el volcán Taal”, concluye tras su experiencia.