Uno de los grandes desafíos domésticos hoy en día es cómo transmitir conocimientos financieros de progenitores a hijos. Es el caso de María de 39 años y de su marido, Pieter, de 42, una familia holandesa que tiene 3 hijos —Lize (10), Emma (7) y Bram (5)— y viven en la ciudad neerlandesa de Leiden, que han establecido una planificación de la economía doméstica al detalle.
En una entrevista al medio neerlandés JM Ouders, la pareja ha declarado que ella trabaja a tiempo parcial como maestra de primaria y él dirige una consultoría vinculada al sector de la construcción. Aunque los ingresos de Pieter superan con creces a los de ella, acordaron un sistema financiero común que les permitiera mantener estabilidad y transmitir a sus hijos una educación económica práctica. La norma que aplican en casa es la siguiente: los niños pagan sus propios juguetes con una paga semanal de 3 euros.
Ingresos, gastos y organización del hogar
La economía familiar se sustenta en dos sueldos que suman 10.200 euros mensuales netos, procedentes de los 2.200 euros que percibe María y los 8.000 euros que genera la actividad empresarial de Pieter tras pagar impuestos y otros costes. En su cuenta de ahorros tienen un colchón de 40.000 euros en una cuenta común; 25.000 euros en inversiones; y 3.000 euros en cada una de las tres cuentas individuales pertenecientes a sus hijos.
Sus gastos mensuales rondan los 6.970 euros, distribuidos entre la hipoteca (1.850 euros), los suministros, el seguro médico, los impuestos municipales, la alimentación, las telecomunicaciones, la ropa, las actividades deportivas, el coche, los regalos y salidas, además de una partida de 600 euros destinada a vacaciones y 1.000 euros reservados al ahorro.
María asegura que, pese a que Pieter trabaja más que ella y por tanto, gana más, la decisión es “deliberada, porque quiero tener tiempo para los niños”. Los ingresos familiares considera que “son suficientes para vivir cómodamente”, pero intentan “no vivir por encima de sus posibilidades” asegura.
Prioridades y gestión del dinero en casa
La pareja funciona con una cuenta conjunta en la que ingresan todos sus recursos. A pesar de que Pieter aporta una cantidad mayor, ambos lo consideran su dinero. Se complementan porque María se “encarga de los pagos diarios y él de las decisiones financieras importantes” afirma, añadiendo que además, hablan mucho sobre estas gestiones y eso “les funciona”.
La hipoteca y la alimentación son los gastos que más impactan en el presupuesto, ambas partidas considerables en familias con varios menores a cargo. A ello se suman los gastos en ropa —especialmente para la hija mayor— y las vacaciones, que constituyen uno de los caprichos familiares: cada verano viajan en coche al sur de Europa, donde alquilaban una casa para desconectar.
Una educación financiera desde la infancia
Uno de los pilares de su modelo familiar es la autonomía económica de los hijos. Cada uno de ellos recibe “3€ de paga semanal y con esa paga tienen que comprar todos sus juguetes”, explica María. El objetivo de esta fórmula es que aprendan a administrar su dinero y a valorar lo que compran. “Queremos que entiendan que el dinero no es infinito”, añade.
Los pequeños solo reciben regalos en ocasiones señaladas, como cumpleaños y fiestas tradicionales. De esa forma, cada compra que realizan es significativa. María recuerda con orgullo cómo Emma reunió durante tres semanas la cantidad necesaria para comprar un peluche que costaba 7,50 euros, una experiencia que, según relata, la hizo sentirse especialmente satisfecha.
La pareja también insiste en separar la paga de las tareas domésticas. Los niños colaboran en casa, pero sin recibir dinero extra por ello. “El dinero de bolsillo es dinero de bolsillo. Haces tareas porque eres parte de la familia”, explica la madre, convencida de que vincular cada acción a una recompensa termina distorsionando el valor del esfuerzo.
Metas económicas y filosofía de vida
Pese a que la familia cuenta con ingresos desahogados, su objetivo es no acumular dinero, sino ganar tranquilidad. Entre sus planes financieros figura amortizar la hipoteca con algo más de rapidez y continuar incrementando el ahorro, aunque siempre dejando espacio para el tiempo en familia. “No queremos mucho dinero, sino la mayor tranquilidad. Eso es lo que buscamos”, resumió María.
Como consejo, aboga por que los niños aprendan cuanto antes a tomar decisiones relacionadas con el dinero. Para ella, permitir que gestionen su propia paga y decidan si gastar o ahorrar es una forma efectiva de que comprendan el valor de lo que desean. “Si ahorran para algo que realmente quieren, aprenden a estar orgullosos de sus decisiones”, concluye, convencida de que ninguna compra impulsiva supera esa sensación.

