La Reserva Federal aprobó este miércoles 17 de septiembre su primer recorte de tipos desde diciembre, siendo de 25 puntos básicos, que sitúan el precio del dinero en el rango del 4% al 4,25%. La institución señaló que prevé “un ritmo constante” de nuevas rebajas en lo que queda de año, con el foco puesto en un mercado laboral que “pierde tracción” y una inflación aún por encima del objetivo. El giro, largamente anticipado por los mercados, llega tras varios meses de datos mixtos y en un clima político de máxima presión sobre el banco central.
En la rueda de prensa, Jerome Powell justificó el movimiento como “una medida de gestión del riesgo", una fórmula con la que la Fed busca “equilibrar su doble mandato” ante señales de desaceleración en el empleo. El presidente del banco central subrayó que se trata de un paso “prudente” y no de un giro brusco, un mensaje dirigido a quienes reclamaban un recorte mayor. “La decisión fue ampliamente apoyada”, dijo, y añadió que el Comité “seguirá siendo dependiente de los datos”.
La decisión no fue unánime. Stephen Miran, recién incorporado al Consejo de Gobernadores, votó por una rebaja de 50 puntos básicos. Su disenso, inusual en un estreno, adelantó además una senda de recortes más agresiva en sus proyecciones individuales respecto al resto de miembros. Con el tipo de referencia en 4%–4,25%, la mayoría del Comité contempla “más reducciones graduales” hasta fin de año si se consolida el enfriamiento del mercado de trabajo y el descenso de las presiones de precios.
El diagnóstico macro de la Fed mantiene para final de 2025 una inflación del 3%, un paro en el 4,5% y un crecimiento del 1,6% en tasa anual, cifras que reflejan un entorno de menor dinamismo con precios aún tensos. Powell admitió que los riesgos “se inclinan” ahora más hacia el empleo, aunque alertó de que “complacerse con la inflación sería un error”. En palabras del presidente, el objetivo es “evitar daños innecesarios al mercado laboral” sin “reavivar” la subida de precios.
En el trasfondo late la política económica de Donald Trump, particularmente los aranceles, que han encarecido una parte de la cesta y dificultan la lectura de la inflación. En agosto, el índice de precios al consumo repuntó al 2,9% interanual, mientras el desempleo subió hasta su nivel más alto desde 2021, una combinación que algunos economistas describen como “riesgo de estanflación”. Powell admitió que los aranceles “han elevado algunos precios", aunque su efecto general “está aún por calibrarse”.
El pulso político con la Fed añade ruido a la señal. Trump ha reclamado reiteradamente recortes “mucho más profundos” —“deberían escuchar a personas inteligentes como yo”, dijo esta semana— y trató, sin éxito, de destituir a la gobernadora Lisa Cook, un movimiento frenado por los tribunales. Cook votó con la mayoría. “El Comité está centrado en sus objetivos legales”, repitió Powell, en una defensa explícita de la independencia institucional en plena tormenta.
Los mercados recibieron el recorte con lecturas cruzadas con subidas puntuales en bolsa, un dólar algo más fuerte y rendimientos del Tesoro estables, mientras las casas de análisis trasladaban sus hojas de ruta a un escenario de “dos movimientos adicionales” antes de cerrar el año. El propio Powell evitó “precomprometerse” con una senda fija e insistió en que cada reunión será “un examen de los datos”. En el gráfico de puntos, la mediana se desplaza a una trayectoria de alivio paulatino frente a junio, con un punto (el de Miran) notablemente por debajo de la nube.
El contraste internacional es nítido. La semana pasada, el Banco Central Europeo mantuvo su tipo de referencia sin cambios y el Banco de Inglaterra se inclina por hacer lo mismo, con inflaciones aún más altas que la estadounidense. La Fed, por tanto, se desmarca con una estrategia que pretende “acomodar” el deterioro del empleo sin perder de vista unas expectativas de precios que siguen por encima del 2%. “Se trata de ajustar, no de acelerar”, resumió un alto cargo consultado por este diario.
En el frente doméstico, la señal para familias y empresas es clara pero gradual. Tipos oficiales más bajos tienden a abaratar el crédito al consumo, las hipotecas a tipo variable y la financiación de circulante, aunque la transmisión tarda en notarse y depende de las condiciones de cada entidad. “El alivio no será inmediato ni lineal”, advierten en la industria, que recuerda que los bancos ajustan sus ofertas a la curva de los bonos, a la prima de riesgo de cada cliente y a las perspectivas de la Fed para las próximas reuniones.
La gran cuestión que se abre es si “la cautela” demostrada hoy bastará para evitar una mayor pérdida de empleo sin “resucitar” la inflación. La propia Fed admite que la incertidumbre “sigue siendo alta” y que la lectura de los datos se complica por los cambios de política comercial e inmigratoria. Con “dos recortes más en el radar” y un Comité atento a cada publicación, el banco central intenta navegar entre "el martillo” de los precios y “el yunque” del trabajo. La digestión del mercado dirá si el bisturí fino de Powell fue suficiente o si la economía exigirá una dosis más contundente.

