Si en las primeras fases de la pandemia de Covid-19 se desató la psicosis por el papel higiénico o los productos de desinfección en los supermercados, ahora el que se ubica en la diana de la polémica es el aceite de girasol. El conflicto bélico desatado en Ucrania tras la invasión de Rusia no solo posee consecuencias políticas y económicas a gran escala, como las de los combustibles o la electricidad y sus subidas, también a menor rango.
Hace escasos días, la Asociación Europea de Productores de Aceites Vegetales (FEDIOL) avisó de que la gran parte de las reservas de aceite de girasol que llegan a España y que provienen de Ucrania en un 54% se iban a ver altamente comprometidas. De hecho, atisbó que las que se poseen en la despensa la Unión Europea tan solo durarían para cuatro o seis semanas, a lo sumo.
Una advertencia que fue tomada tan en serio por cadenas de supermercados como Mercadona, Consum o Eroski y que desde ese instante procedieron a racionalizar el producto para evitar su desabastecimiento. Sin embargo, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha querido rebajar la histeria colectiva.
El aceite de girasol no se agotaría hasta verano
Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), hasta verano aproximadamente no se comenzaría a echar de menos este tipo de producto generalmente usado para cocinar o freír por su menor precio respecto al de oliva. Es decir, es masivamente utilizado en establecimientos como pastelerías o restaurantes, que serían los más afectados por sus potenciales consecuencias de su ausencia, debiendo buscar alternativas.
Por tanto, el aviso de la OCU supone una rebaja a la corriente de compra compulsiva que se ha contagiado entre una parte considerable de la población, con el antecedente reciente mencionado de los productos con los que aconteció algo similar durante la pandemia.
Alarma excesiva de los supermercados
“Hoy por hoy” no tendría por qué haber déficits o posibles déficits en la oferta del aceite de girasol en los distintos establecimientos de venta, ya que el que se está comercializando es de la cosecha del pasado año, tal y como ha remitido en un comunicado la organización y que ha sido publicitado por Europa Press.
Por tanto, aún restaría la parte proporcional a la producción que haya llegado correspondiente de este año. Es decir, antes del comienzo del conflicto geopolítico entre Ucrania y Rusia. Además, ha añadido que en ese tiempo, hasta la llegada del verano, ya se pueden haber puesto en marcha alternativas como la potenciación de la producción nacional o, incluso, la del uso de alternativas como el aceite de soja, el de colza o el de orujo de oliva.
Pero OCU no solo se ha referido a la poca coherencia de su temprana y excesiva racionalización en los supermercados, si no también a sus consecuencias, ya que "genera una creciente alarma entre los consumidores y favorece la subida de su precio". Asimismo, también se ha encargado de cuestionar este fenómeno creciente indicando que es un producto que tiene una fecha de consumo estimada de un año, por lo que no tiene mucha capacidad de conserva.
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