El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump ha cambiado de tono en cuestión de horas. Tras escribir en su red social que Estados Unidos había “perdido a India y Rusia ante la China más profunda y oscura”, el presidente aseguró después ante periodistas que “no creo que lo hayamos hecho” y reivindicó su relación personal con Narendra Modi: “Siempre seré amigo de Modi… India y Estados Unidos tienen una relación especial. No hay por qué preocuparse”. Las declaraciones se producen en plena escalada arancelaria, después de que la Casa Blanca elevara hasta el 50% las tasas a numerosas importaciones indias.
La rectificación llegó en paralelo a la respuesta de Nueva Delhi. El primer ministro indio publicó en X que “aprecia profundamente” y “corresponde plenamente” a los sentimientos expresados por Trump, y subrayó que los lazos bilaterales constituyen una “Asociación Estratégica Integral y Global muy positiva y orientada al futuro”.
El frente comercial es, sin embargo, severo. La orden ejecutiva 14329 impone un arancel adicional del 25% a productos de origen indio desde el 27 de agosto, que se suma a un 25% previo, hasta un total del 50%. La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) publicó la guía de aplicación y los códigos arancelarios de referencia para su entrada en vigor. Algunas partidas quedan excluidas por regímenes específicos y existe una exención limitada para mercancías ya en tránsito antes del corte.
Desde la óptica india, el daño potencial es elevado. El propio Gobierno estima que los gravámenes afectarán a 48.200 millones de dólares en exportaciones, y el centro Global Trade Research Initiative calcula que podrían restar hasta 0,9 puntos porcentuales al PIB.
El giro retórico de Trump se produjo tras la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) en Tianjin, donde Modi fue fotografiado conversando con Xi Jinping y Vladímir Putin en su primera visita a China en siete años, un gesto que ha alimentado el relato sobre una supuesta deriva de India hacia el eje Pekín-Moscú.
En Washington, los mensajes siguen siendo dispares. El secretario de Comercio, Howard Lutnick, endureció la línea al reprochar a India su negativa a abrir mercados, a reducir compras de petróleo ruso y a alejarse de los BRICS, instando a Nueva Delhi a “decidir de qué lado estar”. El Departamento de Comercio identifica a Lutnick como titular de la cartera desde febrero.
Aun con la tensión, ambos Gobiernos mantienen un carril de diálogo. El ministro de Comercio indio, Piyush Goyal, confirmó que hay contactos para un acuerdo bilateral que amortigüe la disputa y permita reconducir la relación, clave en la arquitectura del Indo-Pacífico.
El trasfondo es estratégico además de comercial. La cumbre de Tianjin escenificó la sintonía entre Pekín y Moscú y reavivó el debate sobre el margen de maniobra de India, que reivindica su autonomía estratégica mientras modula sus equilibrios entre socios. Analistas consultados por Arab News ven probable que el “yo-yo” diplomático continúe, y alertan de que la volatilidad de Washington también pesa en las capitales aliadas.