Cada vez más pensionistas deciden abandonar su país de origen para vivir la última etapa de su vida en un lugar donde puedan tener un nivel de vida mayor con la misma pensión. La cuantía, dependiendo del destino escogido, pueden permitirles acceder a más lujos que van desde comer varios días a la semana fuera hasta viajar todos los meses. Y este es el caso de Patti Addington, una profesora jubilada de Estados Unidos que asegura que una de sus mejores decisiones ha sido irse a vivir a la Costa del Sol. Concretamente, a Torremolinos.
“Las vistas desde mi terraza son las mejores que he visto nunca. ¡Tengo vistas al mar Mediterráneo!”, afirma entusiasmada, al tiempo que explica que fue en 2018, tras hacer el Camino de Santiago, cuando se enamoró de España y su cultura. “Volví de España sin ganas de marcharme y empecé a concentrarme en cómo, dónde y cuándo mudarme. Mis hijos ya eran mayores. Yo estaba jubilada. El lugar donde vivía en Florida ya no me hacía feliz, y el clima político en Estados Unidos me entristecía mucho. Quería viajar y empezaba a echar de menos España y la cultura española. Me había cautivado, así que decidí mudarme a la Costa del Sol”, cuenta para el medio ‘International Living’.
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Unos años después, en 2021, decidió mudarse a Torremolinos, expresando lo feliz que está con esta decisión: “Estoy encantada, nunca he sido tan feliz”. En esta ciudad malagueña, vive cerca del mar, lo que sin duda ha dado un plus a su día a día: “Todos los días miro por la ventana o me siento en mi terraza y me siento transportada a un mundo de mar azul, gaviotas en vuelo, palmeras, barcos, paseos marítimos y exuberante vegetación”. Asimismo, está rodeada de múltiples servicios: “Solo tengo que dar un pequeño paseo para meterme en una de las dos piscinas olímpicas o ir al gimnasio a hacer ejercicio”.
Paga la mitad que en Florida, su lugar de origen
Aunque le encanta el ambiente, la principal diferencia que ha sentido Patti entre su vida en Florida y en la Costa del Sol, es el coste de vida: “en general, es más viable económicamente vivir aquí y disfrutar de la última etapa de mi vida. La comida es más barata. La ropa es más barata. El entretenimiento es más barato. Las flores para mi casa son más baratas. Una botella de vino decente no te deja en bancarrota. Además, hay muchas cosas que hacer en España que no cuestan mucho dinero. En España, si te quedas en casa es porque quieres, no porque no haya nada que hacer. ¡Me lo estoy pasando genial solo con mi pensión!”, asegura.
Más o menos, calcula que paga la mitad que en Florida: “En Estados Unidos, vivía en Indian River, Florida, donde el agua estaba sucia y llena de algas”, declara, explicando que allí pagaba 1.500 dólares al mes, más la electricidad (sobre 150 dólares), el agua (alrededor de 50 dólares) y la televisión, el teléfono e Internet, que sumaban otros 150 dólares.
En España, por el contrario, paga 860 euros por un apartamento de dos habitaciones con vistas al mar Mediterráneo. Su factura de electricidad es aproximadamente un tercio de lo que pagaba en Estados Unidos, y el agua le cuesta aproximadamente la mitad. Sobre el resto de gastos, paga 74 euros al mes de teléfono, televisión e Internet, y su factura mensual de gas es de solo 18 euros. Además, su seguro médico es casi 1.000 dólares más barato que el que pagaba en Estados Unidos.
Por ello, con este dinero extra que ahora le sobra, puede viajar todos los meses, planeando un destino cada mes: “Hay tantos lugares que explorar: la costa mediterránea, Mijas, Jerez, Cádiz, Ronda, Alicante, Valencia, Madrid, Barcelona... Y la lista sigue”. También le gusta recibir a amigos de Estados Unidos, asistir a clases de español y colaborar como voluntaria en programas de inmersión en inglés. También confiesa que su capricho favorito es darse un masaje tailandés y un tratamiento facial: “Estamos hablando de tres horas de auténtico placer por menos de 100 euros”, añade.
Lo que más le gusta es “la amabilidad de la gente”
A pesar de que Patti puede llevar una vida de mayor lujo en España, asegura que lo que más le gusta de nuestro país es “la amabilidad de la gente, tanto de hombres como de mujeres”. “Me gusta observar el ambiente familiar y la implicación de los padres con sus hijos. También me gusta la accesibilidad de todo, desde el transporte hasta el ocio, las compras y las visitas al médico. Me siento muy segura aquí, con una seguridad y privacidad excepcionales en mi hogar elegido. Intento dar un paseo por alguno de los pueblos de la zona todos los días”, concluye.