Juan Carlos Medina, dueño de una gasolinera Galp: “somos los que menos ganamos, hablamos de céntimos de margen por litro, el 70% son impuestos que se lleva el Gobierno”

El empresario explica la realidad de un negocio con márgenes mínimos que le obligó a diversificar con lavaderos, tienda e incluso pistas de pádel.

Juan Carlos Medina, empresario y dueño de una gasolinera |Adrian G Martín | YouTube
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Durante años se ha pensado que tener una gasolinera en España era sinónimo de riqueza segura, comparable a otros negocios con fama de alta rentabilidad como los estancos. Sin embargo, la realidad es bien distinta: se trata de un sector con márgenes reducidos, mucha competencia y una carga fiscal elevada que obliga a buscar ingresos complementarios para sobrevivir.

El youtuber Adrián G. Martín entrevistó al empresario mallorquín Juan Carlos Medina, propietario de una gasolinera Galp en Palma. En la conversación, Medina desvela las claves económicas del sector, la inversión necesaria para abrir una estación y cómo ha tenido que reinventar su negocio con servicios añadidos para hacerlo viable.

Para montar una gasolinera necesitas entre 1,5 y 3 millones de euros, sin contar el suelo. Y de cada litro vendido, la mayoría se lo lleva el Estado en impuestos. Nosotros hablamos de céntimos de margen”, explica. Según sus cálculos, una estación puede facturar entre 4 y 6 millones de euros al año, pero alrededor del 70% de los ingresos se destinan a impuestos.

“De los seguros a montar su propia estación de servicio”

Medina recuerda que no comenzó en este sector, sino en el mundo de los seguros y la banca. Con unos amigos puso en marcha una de las primeras gasolineras low cost en Palma hace 7-8 años, en plena crisis. El proyecto funcionó, pero tras vender su participación decidió apostar por un nuevo reto bajo la marca Galp.

El camino no fue sencillo: “Estuvimos casi cinco años en poder levantar esta gasolinera por las trabas y por las inundaciones de Sant Llorenç, que nos afectaron de lleno”, comenta. La clave, asegura, fue contar con suelo propio para resistir mientras avanzaban las obras.

Hoy, la estación funciona con suministro directo de CLH (Centro Logístico de Hidrocarburos) y compite en un mercado donde el precio del combustible cambia cada día. “Este negocio parece sencillo, pero es muy complicado. Los márgenes son ridículos y cualquier error te hace perder dinero”.

Gasolina, pan, lavados y pádel

Consciente de que vender combustible ya no basta, Medina apostó por convertir su gasolinera en un centro multiservicio. Además de los surtidores, ha instalado un supermercado, zona de lavado y hasta ocho pistas de pádel junto a la estación.

La barra de pan hace muchísimo, igual que el lavado de coches. La gente quiere hacerlo todo en un mismo sitio. Yo mismo juego al pádel y sé lo que arrastra, así que lo uní al negocio”, explica. Según calcula, aproximadamente el 30% de la facturación procede de servicios complementarios, que generan márgenes más altos que el combustible.

La estrategia le permite atraer clientes aunque reconoce que montar estos extras no es opcional, sino necesario. “Antes montar una gasolinera era más rentable. Hoy, si no ofreces algo más, no puedes competir”.

Los retos: bonificaciones, coches eléctricos y el peso del Estado

La entrevista también aborda cómo afectaron medidas como la bonificación de 20 céntimos al combustible durante el COVID. “Abrimos un lunes y el jueves ya entró esa medida. Nos obligaba a descontar sin tener caja suficiente. Gracias al acuerdo con Galp pudimos adelantarlo, si no hubiera sido imposible”, recuerda.

Sobre los coches eléctricos, Medina se muestra escéptico. Aunque su gasolinera tiene puntos de recarga, asegura que en año y medio apenas tres clientes los han usado. “No es negocio. La mayoría carga en casa y no puede depender de esperar 45 minutos en carretera. Creo que aún no estamos preparados y no será el futuro inmediato”.

Lo que sí tiene claro es que el gran beneficiado del sector es el Estado: “De cada litro, casi un 70% son impuestos. Nosotros somos los que menos ganamos pese a ser quienes nos arriesgamos”.

La experiencia de Medina muestra que las gasolineras han dejado de ser aquel negocio aparentemente seguro y rentable para convertirse en un sector de resistencia, donde el éxito pasa por diversificar servicios, resistir la presión fiscal y adaptarse a un mercado en constante cambio.

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