El oro ha marcado este miércoles un nuevo máximo histórico impulsado por la expectativa de recortes inminentes de tipos en Estados Unidos y por las dudas crecientes sobre la independencia de la Reserva Federal. El precio al contado llegó a tocar los 3.546,99 dólares por onza, y se mantiene por encima de los 3.530, en una racha que ha llevado la revalorización del año por encima del 30%.
El motor inmediato es monetario. Los futuros tipos descuentan con altas probabilidades un recorte de 25 puntos básicos en la reunión de la Fed de septiembre, que tendrá lugar los días 16 y 17, una cita confirmada en las actas del último encuentro. En un entorno de tipos más bajos, un activo sin cupón como el oro gana atractivo relativo.
El factor político añade combustible, pues las presiones del presidente Donald Trump sobre la Fed (incluidos intentos de cesar a responsables y de influir en la senda de tipos) han elevado la incertidumbre institucional. La destitución de la gobernadora Lisa Cook, recurrida ante la Justicia y contestada por centenares de economistas, ha reavivado las alarmas sobre la autonomía del banco central, un extremo que también ha merecido advertencias públicas desde el BCE.
Por esto, los flujos de inversión acompañan el movimiento. El mayor fondo respaldado por oro, SPDR Gold Trust, encadena entradas y ha elevado sus tenencias hasta el nivel más alto desde agosto de 2022, mientras los bancos centrales mantienen un sesgo comprador, según las encuestas sectoriales más recientes.
No vuela solo el oro. La plata se mueve en los niveles más altos desde 2011 (ha llegado a rozar los 41 dólares) y sube más del 40% en lo que va de año, apoyada por su doble condición de refugio e insumo industrial en tecnologías limpias.
El trasfondo es de alta volatilidad macro y geopolítica. La combinación de un dólar más débil por momentos, la búsqueda de coberturas y el repunte de la aversión al riesgo ha reforzado la demanda de metales preciosos. A corto plazo, el mercado estará pendiente del informe de empleo de EE UU y, sobre todo, de si el oro logra cerrar de forma sostenida por encima de los 3.500 dólares, una cota psicológica que puede atraer más compras técnicas.
¿Qué falta por saber? La Fed decidirá el 17 de septiembre en Washington con la economía aún en desaceleración y bajo una presión política inusual. La clave será la magnitud y el ritmo de los recortes y si persisten las tensiones institucionales. Si se confirma el giro monetario y continúan los flujos de bancos centrales y ETF, el soporte del oro seguiría siendo sólido, aunque un repunte del dólar o de los rendimientos reales puede restar tracción en el corto plazo.