Está claro que Corea del Norte no es un país al uso. Tampoco lo es Kim Jong-un, el líder supremo de la República Popular Democrática de Corea. Así lo demuestra la historia y ahora también su reciente actualidad económica y financiera. Desde que su moneda, el won, se revalorice al alza contra natura a pesar del desplome de su Producto Interior Bruto (PIB), a que, por ejemplo, se encuentre en proceso secreto de pruebas con misiles de largo alcance.
Sin ir más lejos, también desató la curiosidad de la prensa internacional que durante la pandemia, Kim Jong-un, el último presidente de la dinastía que dirige el país desde hace más de 70 años, estuviera desaparecido durante meses. Se insinuó la enfermedad, y hasta incluso que estaba en peligro de muerte. También que estaba protegido. Lo que es seguro es su secretismo y estricto control.
Una de las dictaduras más herméticas del planeta decorada bajo el disfraz de Estado popular socialista en el que el Partido de los Trabajadores de Corea (PTC), el único partido, controla todas las esferas que rodean al país: producción, ideología, prensa, internet, legislación, judicialidad y, por supuesto, la economía. Poco se sabe de ella, más que es puramente aislacionista y que la generalidad de sus más de 25 millones de habitantes cobran unos 1.790 euros al año. También, que tienen que pagar por marcharse del país. Pero estas no son sus únicas singularidades.
Corea del Norte y las economías paralelas
Un funcionario del Estado puede tener una nómina menor que un trabajador de una empresa china. En otro país pudiera resultar un hecho normal, pero no en Corea del Norte, donde quien presta servicio estatal llega a resultar una persona de más categoría. La explicación reside en que, al ser un país comunista, existe la economía estatal, la oficial y que está fuertemente controlada, y la sumergida.
43 millones de euros en actividades ilegales
El país niega, obviamente estos rumores, pero las estadísticas oficiales dan pie a las teorías alternativas oficialistas. ¿De dónde salen 43 millones de euros sin aparente justificación? Hay que recordar que Corea del Norte no presenta anualmente unos Presupuestos Generales del Estado (PGE) como sí hace España, por ejemplo.
Venta de drogas o falsificación de dólares son algunas de las actividades ilegales a las que se asocia el país y a las que hasta la ONU califica como fuente económica del lujoso estilo de vida de la dinastía Kim.
La Dinastía Kim, una vida de marajás
Desde 1948, desde que los tentáculos de la Dinastía Kim se adueñaron del poder, su lujosa vida contrasta con la austeridad general en la que se sumerge la economía nacional. Para ejemplo, el que puso la revista estadounidense US News & World Report. Que citó a Kim Jong Il como el mayor comprador del coñac Hennessy, llegando a pagar 562 euros por botella, durante la década de los 90.
Desnutrición avanzada
Mientras dos botellas de Hennessy casi podrían alcanzar el salario medio anual de un norcoreano, su población alcanza ya casi el 40% de desnutrición. De hecho, en 2018, superó ese umbral, situándose en el 43,4%, según establece el Índice Global del Hambre. A ello incidió el periodo de hambruna extrema reinante en los años 90, que acabó con millones de personas por el cerrojazo a su economía. Ahora, se sitúa el 109 de 199 países en este aspecto.
Un internet fantasma
Fue noticia mundial por vetar el acceso a las noticias sobre el Covid-19 a su población durante la pandemia, aludiendo a la seguridad de sus ciudadanos ante la proliferación de fake news, pero esto es práctica recurrente. Aunque el servicio es gratuito, el único servidos que abastece la red de todo el país, la intranet llamada ‘Kwangmyong’ solo permite acceder a las webs filtradas por el Gobierno y a servicios básicos como correo. Solo los Kim pueden usar el internet tal y como se conoce en Europa.
Hackers ladrones
Paradójicamente, aunque su internet esté vedado para el común de los mortales nacionales, posee un ejército de hackers con golpes de altura. Según un informe del Consejo de Seguridad de la ONU han robado casi 600 millones de euros para las arcas estatales, entre criptomonedas y divisas extranjeras. Entre estas últimas, 81 millones de dólares del Banco Central de Bangladesh, 13,5 millones del Cosmos Bank en India y 10 millones de la red de cajeros del Banco de Chile.
El alto precio por dejar el país
Hay que pagar por abandonar Corea del Norte. Y no poco. Según un reportaje de The Washington Post, entre 10.000 y 15.000 euros costaría emigrar. Casi 350 veces más que a comienzos de los 2000, antes de la llegada de Kim Jong-un, cuando los grupos de defensa internacional de los derechos humanos cifraban en 40 euros ese particular billete de huida. Actualmente, en base al salario medio, es imposible, a no ser que se haga uso de ahorros propios o prestados. En resumen, casi una cárcel.
Un puente de 3,5 millones de euros con la otra Corea
En pro de suavizar su férrea imagen dictatorial, el Consejo Intercoreano de Cooperación e Intercambio invirtió casi 3,5 millones de euros en convertir la zona anteriormente militarizada, fronteriza con Corea del Sur, en una nueva ruta del senderismo. La llamada DMZ.
Un subsuelo valorado en billones de euros
Determinadas zonas bajo tierra del país norcoreano estarían plagadas de más de 200 tipos de minerales de incalculable valor: hierro, oro, zinc, cobre o grafito, entre otros, y que, según la empresa especializada Quarz estarían valorados en casi nueve billones de euros. Sin embargo, también revela que no se exprime como debería ya que la minería privada, en suelo comunista, es ilegal.
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